¿Fue justa y necesaria la respuesta de la UV ante el profesor misógino y homofóbico?

  • Salma Teodosio

Cuando se necesita acompañamiento, consejo, aportación económica, acuerpamiento en la lucha, asesoría psicológica, legal o médica, la respuesta social es deficiente; cuando se violan los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, abunda la indiferencia, pero no vaya a ser que suspendan a un profesor por violencia en el lenguaje porque surge la ola de expertos en libertad de expresión y los empáticos salen hasta por debajo de las piedras. Hipócrita, así es la sociedad, defiende lo que le acomoda con base en lo que más le beneficia, sustentando sus argumentos en la fuente más desconfiable de todas: su opinión privilegiada. 

 

La semana pasada circuló en redes sociales el video de un profesor de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Veracruzana que se dio a la tarea de opinar sobre el aborto y la comunidad LGBT+ durante su clase usando lenguaje violento y citando la biblia. Los alumnos y alumnas protestaron a través del espacio digital como un grito de auxilio que puso en el ojo del huracán a otra Universidad que alberga y encubre acosadores. Como el video no tardó en hacerse viral en todas las plataformas, la respuesta de la casa de estudios Veracruzana fue pronta y ágil, corresponderá a las víctimas directas e indirectas hablar sobre la efectividad de las medidas implementadas e identificar si hubo una reparación integral del daño como lo plantea la ley, la jurisprudencia de la Corte Interamericana, por ejemplo. 

 

Ahora, hablemos de los expertos que defienden los derechos del profesor. Es cierto, el acusado también tiene derecho a una defensa, pero a una defensa informada, estimados peritos en materia de libre expresión. Deshuesemos sus argumentos para que se busquen unos nuevos…

 

El acusado, al que denominaremos “el profe” tiene la libertad de pensar lo que se le antoje, si sus pensamientos son oscuros, bastará con que se queden en su cabeza para que no trasgredan la libertad y los derechos de otros y otras. Para su mala suerte, pensó en voz alta, frente a un grupo de alumnos que demostró ser más consciente de la realidad y estar más dispuestos y dispuestas a cambiarla que todas las generaciones que les han antecedido. 

 

¿Por qué no puede “el profe” decir ante su clase que las relaciones homosexuales y lésbicas son “marranadas” basando sus argumentos en la biblia? ¿por qué no puede nuestro sujeto en cuestión sugerir a las mujeres que abortan “que se tomen sus pastillitas para no matar a un ser que no se puede defender”? ¿no es acaso un país libre el nuestro? 

 

Resulta que sí, que vivimos en un país en el que supuestamente hay libre expresión -si omitimos la muerte de periodistas-, pero “el profe” no se encontraba “opinando” en cualquier lugar, estaba reproduciendo discursos de odio entre un grupo de estudiantes que accedían en ese momento a su derecho a la educación ,y vamos a revisar qué dice nuestra Constitución en su artículo tercero acerca de este derecho: para aclarar lo de la biblia recordemos que “[la educación] además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica” y en su párrafo cuarto señala que “la educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva”, ¿les parece que sus palabras respetan los derechos y la dignidad de las lesbianas, homosexuales y de las mujeres que recurren al aborto en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos? 

 

Por si han llegado a esta parte y aún no están satisfechos, recordemos el derecho a vivir en un ambiente libre de violencia y discriminación. Todo esto y otros derechos más con los cuales podríamos llenar las siguientes diez páginas, están previstos en la ley, no se trata de simples planteamientos enarbolados por la generación Z, a quienes peyorativa e ignorantemente han definido como “la generación de cristal”, se trata de normas imperativas con las que poco a poco se alcanza más justicia social. 

 

Acostúmbrense o súmense a las denuncias, las protestas en espacios físicos y digitales, la búsqueda de la aplicación justa de la ley y la lucha por el acceso a más derechos y libertades, porque hay mucho que arreglar, nadamos en injusticia social y desigualdad, desayunamos, comemos y cenamos violencia, no estamos bien.