El autoritarismo y la decadencia de un gobierno a seis meses de su inicio
- Héctor Yunes Landa
El autoritarismo exhibido por el actual Gobernador del estado de Veracruz es una muestra clara de que ha perdido la noción del tiempo y la circunstancia en las que le toca gobernar, y cuya consecuencia ya lastima a todos los veracruzanos.
La autoridad se gana y fortalece la democracia. El autoritarismo surge de la frustración al no poder convencer ni generar consensos, esto impulsa al gobernante a tratar de imponer su voluntad en contra de toda lógica y rompiendo el orden jurídico, social y político. Olvida intencionalmente la función para la que fue electo; esta convencido que no hay que convencer, solo vencer o, peor aún, someter a la voluntad personal los que deben ser asuntos públicos.
Así ha sido desde el inicio de este gobierno. Primero, ha trascendido, que logró imponer al Titular del Poder Judicial, “advirtiendo” y “sugiriéndoles” a jueces y magistrados “la opinión del Gobernador” sobre quién debía ser elegido Magistrado Presidente del Tribunal, rompiendo de origen el necesario equilibrio de poderes en un estado urgido de justicia.
De igual manera procedió con la aprobación de su “Plan de Reestructuración de la Deuda”. Nunca hubo una propuesta coherente, pública y consensuada para presentar al Poder Legislativo; solo contó la “Voluntad Soberana” del Gobernador. Ante la actitud digna del Congreso Local –incluso de diputados de su propio partido- el Gobernador despotricó, amenazó y habló de hacer una purga en los grupos parlamentarios. Tres días después los diputados aprobaron la reestructuración, en un proceso legislativo lleno de dudas sobre su legalidad.
Sin contar que pocas semanas, el “Fiscal Maduro”, Winckler, cumpliendo órdenes de su jefe, agravió de nueva cuenta al Poder Legislativo llamando a los diputados “corruptos”, tratando de aprovechar la percepción de desprestigio que políticos deshonestos han provocado, para ganar popularidad ante la falta de resultados del Gobierno. Con el mismo propósito, reiteró la amenaza conferida por el mandatario estatal de sacar una lista de 300 ex duartistas que irían a la cárcel. Sólo quedó en eso.
El Gobierno de Veracruz ha abandonado la legalidad y la transparencia. Hasta hoy nadie sabe qué se ha hecho con el dinero que ha llegado al erario estatal, tanto por el ahorro de la reestructura, por el nuevo préstamo de varios miles de millones y lo “recuperado” por el “vómito negro” impuesto a varios cómplices y ex colaboradores de Duarte.
Los desatinos del Gobernador Yunes Linares rayan en la esquizofrenia, quizá motivados por la frustración de que nada ha podido cumplir. La situación económica y de inseguridad está peor cada vez y, por otro lado, AMLO, su obsesión, ante ello, sigue creciendo, a pesar de la auto asumida misión de Miguel Ángel de frenar, incluso a huevazos, su crecimiento.
Tan sólo en estos últimos días provocó dos hechos muy peligrosos para Veracruz. Primero, la detención de Pascual Lagunes -líder reconocido tanto por la autoridad laboral federal como por la propia empresa- mediante un Winckleriano proceso fast track. Esta detención fue con el evidente propósito de levantar la popularidad del, candidato del PAN/PRD en el puerto de Veracruz, y lograr a toda costa imponer a su dinastía monárquica en el puerto.
La arbitraria detención motivó que los obreros salieran a la calle y se declararan en huelga. Ante las pérdidas económicas, tuvo que venir el Presidente del Consejo de Administración, Paolo Rocca, para advertir que la empresa se iría de Veracruz si no se resolvía de inmediato el problema. De hecho, hay indicios de que ya han trasladado personal de confianza a su planta en Estados Unidos. El mensaje para los inversionistas ha sido terrible.
El segundo, es un lamentable episodio en demérito de la civilidad política y el orden institucional de Veracruz. Un gobernador no puede destinar su tiempo, su investidura y los recursos del Estado para actuar como un actor involucrado en el actual proceso electoral. La acusación que ha hecho Andrés Manuel López Obrador no sólo por su activismo partidista sino por su responsabilidad en la agresión que sufrió durante un mitin realizado en Huatusco, habla de que el gobierno de Veracruz está en las manos equivocadas.
Todos sabemos quién se la ha pasado agrediendo a Andrés Manuel; también sabemos todos, quién utiliza esas prácticas para denostar públicamente a sus adversarios: es el mismo que hace años, siendo secretario de gobierno mandó grupos de travestis a burlarse del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, cuando éste era candidato presidencial.
Lo grave es que hoy, Veracruz requiere de un gobernante que se dedique de tiempo completo a resolver sus problemas más graves y no a operar ilegalmente para ganar elecciones. El gobernador que necesitamos no existe; en cambio, tenemos un líder partidista que busca alcanzar mayor poder para disimular la crisis institucional y la pérdida absoluta de legitimidad por la que atraviesa.
Estoy convencido que esta no fue la apuesta de los veracruzanos. Todos desean que salgamos de la crisis y detener el deterioro económico en el que nos han sumido las autoridades, las de antes y las de ahora. Es urgente detener esta caída.
Por eso hay que votar este domingo 4 de junio, para ejercer nuestro derecho y frenar la insensatez que hoy lastima a Veracruz, suscitada por un Gobernador que intencionalmente ha olvidado la tarea para la que fue electo. La desgracia que sufrimos con Duarte no puede hacernos permitir a alguien peor en todos los sentidos.