Las mentiras cínicas

  • Jaime Ríos Otero

Las promesas oficiales de que con la reforma energética bajarán los precios de la luz, el gas y las gasolinas y que habrá mayores empleos bien pagados, se antoja que no tienen sustento y son mera propaganda que pretende legitimar una decisión retrógrada que habrá de causar mucho más daño que beneficio para el país.

 

Como seguramente la inversión extranjera provendrá de Estados Unidos, basta revisar la historia de las empresas petroleras norteamericanas para percatarse de su orientación política y del escaso o nulo compromiso social que tienen, donde lo que menos les importa es el bienestar de los ciudadanos.

Estudiosos de la vinculación entre las petroleras y la política norteamericana aseguran que éstas aportan políticos y financiamiento al Partido Republicano, mientras que Wall Street está más vinculada con el Partido Demócrata, aunque ambos rubros económicos se cuidan de financiar las campañas de unos y otros cuando las circunstancias lo ameritan.

La industria petrolera, que incluye a los productores multinacionales e independientes de petróleo y gas y las refinerías, compañías de ductos de gas natural, estaciones de servicio de gasolina y distribuidores de aceite combustible, siempre ha gozado de una historia de fuerte influencia en Washington. Los comités de acción política afiliados a empresas de petróleo y gas han donado $ 238.7 millones a los candidatos y partidos desde el ciclo electoral de 1990, el 75 por ciento de los cuales se ha ido a los republicanos.

Y en esta vertiente hay que destacar algo. Si se menciona a los republicanos se está hablando de la ultraderecha dentro de la derecha. Su escasa sensibilidad y compromiso social con sus propios compatriotas ha quedado más que de manifiesto con el bloqueo que le hicieron recientemente al programa Healthcare (sobre seguridad social o médica) del presidente Barack Obama.  

Por otra parte, el año pasado, el propio mandatario hizo un llamado a los estadounidenses para presionar al Congreso a fin de acabar con los subsidios a las empresas petroleras del país, que ascendía a más de 4 mil millones de dólares, en tanto que se daba en ese momento un alza a las gasolinas.

Es decir, las compañías petroleras carecen de compromiso con la propia nación en la que están asentadas. Es obvio que mucho menos van a tener interés en desarrollar programas sociales en países como México, cuando estén explotando directamente sus hidrocarburos. Entre más dinero obtengan, mejor para ellas, al costo que sea.

El libro “La manera occidental de extraer petróleo”, de Adolfo Maldonado, menciona que tras la invasión de Irak a Kuwait, y la posterior guerra del Golfo en 1991, el gobierno de los Estados Unidos tiene una obsesión: disminuir su dependencia del petróleo de Oriente Medio que suponía el 30% de sus importaciones a principios de ese año. Con ese motivo se ha centrado una intensa política de extracción petrolera en América Latina.

También dice: “Las empresas petroleras representan intereses económicos poderosos, han influido en gobiernos, han incentivado guerras, creado límites entre los pueblos hermanos, han impulsado y sostenido regímenes totalitarios, pero sobre todo han levantado a los pueblos frente a ellas…”

Sobre esta forma cruel y violenta de proceder para apoderarse de los recursos energéticos de las naciones, las grandes petroleras financian inclusive a grupos armados o paramilitares que desplazan población aborigen, asesinan a líderes o masacran pueblos enteros y da luego una exhaustiva lista de los países sometidos a estas presiones y los nombres de las compañías que financian a esos mercenarios.

Ahí aparecen los nombres de las empresas que en un futuro inmediato serán nota familiar en nuestros panoramas: Shell,BP, Chevron, Esso-Exxon, Dupont, Erap, Texaco, Total, Branch Mining, Branch Energy y Heritage Oil, Arakis de Canadá, Occidental de California (Oxy), TotalFinaElf, UNOCAL, Myanmar Oil and Gas Enterprise, Edward Callan Interest (de Texas), Basic Resources, Getty Oil, Texaco, Texaco Canadá, Amoco, Texas Eastern, Monsanto, TotalFinaElf, International, Halliburton Co., Shenandoah Guatemala, Saga Petroleum, Petrolera Internacional, Hispanoil y Petrobras.

Y las poblaciones de los países que sufren estos asedios, Nigeria, Uganda, Sierra Leona, Angola, Sudán, Congo, India, Birmania, Colombia, Perú, Panamá y Guatemala.

Con estos antecedentes y forma de proceder de esos gigantes económicos ¿es creíble que vengan con buena fe a generar riqueza para el desarrollo de México? Difícilmente se puede creer eso. Definitivamente, como dicen algunos líderes de izquierda y numerosos académicos, lo que se ha consumado es un gran saqueo a la riqueza nacional, donde seguramente tienen participación económica como socios algunos de los políticos importantes del país.

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