Gina Domínguez: lo cínico se pega

  • Mussio Cárdenas Arellano
No sabe en qué momento se perdió Javier Duarte. Su mano corrupta en la prensa.

Difícil de creer, llora —o finge que llora— Gina Domínguez por la desventura de Javier Duarte, prófugo de la justicia, exhibido como un ladrón, saqueador sin límite al que sirvió en el control de la prensa, amordazando y reprimiendo, sin reparo y sin piedad.

“Me siento triste, me siento desencantada”, cuenta la ex vocera implacable con ánimo de engañar, curtida en la maniobra, simulando que duele ver al ex gobernador de Veracruz reducido a su condición de pillo.

No sabe en qué momento Javier Duarte se extravió, cuándo lo perdieron, en qué punto lo atrapó la corrupción. Eso dice.

Su pesar es ficticio. Su tristeza, falsa. A su lado, desde los días de la fidelidad, María Georgina Domínguez Colío conoció y supo de la rapacidad de Javier Duarte de Ochoa, entonces señor de los dineros, secretario de Finanzas del gobierno de Veracruz.

Saqueaba desde entonces el gordobés y tejía ya su red de prestanombres, desviando recursos que no eran suyos, dinero que provenía de la Federación y de las armas del estado, dinero que a fin de cuentas era de los veracruzanos.

A su lado, la jefa de prensa del titular de Sefiplan conoció el filo de la uña, la mente fría, la voracidad sin freno, la ambición de aquel tipo que de cargar maletas y recortar notas de periódicos para Fidel Herrera, el diputado y el senador, pasó a secretario de comisión en la Cámara Alta y de ahí a delfín de la sucesión, no por brillante sino por títere y manejable.

Sabía de sus taras políticas Gina Domínguez. Sabía del uso ilegal de los dineros del pueblo, lo que corre en los pasillos del poder, lo que se filtra y comenta, la furia de la procuraduría fiscal, lo que se recauda, lo que que arrebata y lo que se dispensa. Lo sabía la vocera porque todo Sefiplan conocía la mano sucia de Javier Duarte y hasta donde podía llegar.

No se perdió ni se extravió Javier Duarte. Así era. Así pintaba y con el poder en la mano, Veracruz a su antojo, lo malo se volvió peor.

Titánica, la tarea de Gina Domínguez fue untar maquillaje en esa piedra llamada Javier Duarte y mostrar el rostro de un estadista. Obvio, fracasó.

Y fracasó porque María Gina le apostó al control de los medios para ocultar los yerros y disparates del incipiente gobernador, la bajeza y la ambición, el abuso y el gusto por violar la ley.

Cientos de millones, si no es que miles, destinó Gina Domínguez desde su mausoleo que fue la vocería para mantener en su regazo a la prensa, enriqueciendo a los dueños y consintiendo a la raza, auspiciando viajes, viejas y viejos, becas en España, tours y vacaciones a todo lujo, porque el dinero público, los dineros del pueblo, servían para la mordaza y para mantener en la ignorancia a la población.

Voraz, insensible, intratable, Gina Domínguez, la veterana periodista, fue en sus días de poder el ariete contra los medios de comunicación, sometiendo con el dinero de las arcas, controlando la línea editorial vía convenios de publicidad, echando a reporteros y columnistas que informaban con verdad. Fue protagonista del período más oscuro en la relación prensa-gobierno.

Ella en lo suyo, no había noche sin llamar a las direcciones de los periódicos y nada sutil, indiscreta, exigía conocer cuál sería la de ocho columnas en la edición del siguiente amanecer. Y si no era de su agrado, la dictaba.

No había día en que en la radio o televisión no se escuchara su voz expresando su malestar por una información adversa al rufián de palacio o por no haber destacado una nota irrelevante al abrir una emisión.

Hablaba Gina Domínguez y ordenaba. Deslizaba el valor del convenio de publicidad, el riesgo de ser cancelado, la supresión de los privilegios, los favores, la beca del reportero, el viaje del editor, los millones que ponían en riesgo de los industriales de la comunicación si pretendían hablar con libertad. Y los mentecatos se postraban.

Así controlaba a la prensa servil, los textoservidores que hincados aplaudían a Javier Duarte, traicionando su función, ocultando la verdad. Callaban la debacle que asomaba en el horizonte político mientras la prensa libre hacía crujir desde las redes sociales el frágil casco de la nave duartista, denuncia tras denuncia hasta que la ira por la violencia y saqueo a las arcas se volvió repudio electoral. Y el PRI perdió el gobierno de Veracruz.

Hijos de Gina Domínguez, duartistas sin vergüenza, los medios y columnistas que ayer encubrían a Javier Duarte hoy son yunistas azules, ávido de refrendar privilegios, riqueza, “aviadores” en las nóminas y vida de placer. Y allá si Miguel Ángel Yunes Linares, el nuevo gobernador panista, adopta al clan de alacranes.

De la autoría de Gina Domínguez es la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, el engendro con el que respondió Javier Duarte al escándalo por el crimen de Regina Martínez Perez, corresponsal de Proceso, y al de tres colegas más que venían a sumarse a otros asesinatos, el de Milo Vela, el de Misael López, el de Yolanda Ordaz, todos de El Dictamen o que habían pasado por el decano de la prensa nacional.

Embustera, su cargo le servía para simular que la prensa era una prioridad cuando que en realidad era un objetivo letal, en la mira de sicarios, en la mira del crimen organizado, a la mano de la delincuencia que se los llevaba y entregaba sus cuerpos sin vida y a veces mutilados.

Nada, ni los millones del erario, ni la falsa información, ni el ocultamiento de la verdad, ni la complicidad de los textoservidores, hoy yunistas de corazón, pudo prestigiar a un rufián de marca como Javier Duarte. Y desde entonces sabía Gina Domínguez de la voracidad y el alma perversa del gordobés.

Otro crimen provocó su salida. Asesinado Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de Notisur, cuyos dueños quisieron acallar las protestas, y de Liberal del Sur, hallado su cuerpo el 11 de febrero de 2014 en una fosa clandestina en Las Choapas, Madame Mordaza se fue.

Echada de la Coordinación de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, golpeada tras múltiples actos de represión contra la prensa, en el escándalo el gobierno duartista por los crímenes de periodistas, Gina Domínguez paró en la Fundación Colosio del PRI que le ha servido de tabla de salvación.

Su patrón dejó el gobierno hace mes y medio, el 12 de octubre. Se fue engañado, burlado, creído que desde su condición de gobernador con licencia podría enfrentar a Miguel Ángel Yunes Linares y sus denuncias por el saqueo a Veracruz, por las empresas fantasmas detectadas por el Servicio de Administración Tributaria, y que tendría la oportunidad de realizar una eficiente defensa legal. Lo engañaron y de inmediato le giraron una orden de aprehensión.

De su condición de prófugo, de su naturaleza corrupta, hoy se duele Gina Domínguez, fingiendo no lo conocía así, que no sabía que era un delincuente.

Si alguien tuvo acceso a la naturaleza voraz de Javier Duarte, de su rapacidad para atacar las arcas públicas, sepultando el efectivo en los jardines de las mansiones de los funcionarios de su gobierno, algunas en Xalapa, otras en Coatepec, fue Georgina Domínguez Colío.

Hoy se deslinda del duartismo y del saqueo quien fuera su operadora ante los medios de comunicación. Dice que con las empresas fantasma nada tiene que ver, que su relación sólo fue con los medios de comunicación, no con empresas particulares.

“Lo que vemos hoy nos sorprende a todos”, dice con aire de incredulidad, fingiendo que por sus manos no corrieron los millones, los de la prensa real y los de medios que existen pero no circulan, o de los que no tienen lectores o no los visitan los internautas.

Veterana en estos trotes, Gina Domínguez ni es ingenua y ni es santa.

Ubicó su relevo en prensa estatal, Alberto Silva Ramos, alias El Cisne, alias El Pato de Tuxpan, sucio como es, mequetrefe como es, pagos a empresas fantasma en los días en que Madame Mordaza era la vocera del gobernador, entre 2012 y 2013.

En su paso por Coatzacoalcos, el portal e-consulta Veracruz reseña su respuesta:

“Comunicación Social no gestionó esos pagos, no conoce a esas empresas”.

“Sobre el desvío de recursos millonario del gobierno duartista, agrega que los 70 millones de pesos de que disponía anualmente de presupuesto como vocera estatal, los manejaba directamente la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), manejo del cual no tenía manera de saber cómo se ejercía.

“Y en cuanto a la corrupción del gobierno del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa y si como su asesora, no se dio cuenta del desfalco, responde que no puede asumir un papel de juez, ya que —afirma— lo único que sabe es lo que se maneja en los medios ‘que puede ser cierto’, pero a continuación corrige: ‘seguramente hay algo cierto, junto a las investigaciones que están en marcha’ ”.

De Javier Duarte, Madame Mordaza resume:

“En donde se perdió… porqué se perdió, honestamente no lo sé”.

Y asegura sentirse “triste y desencantada porque yo conocí a otro Javier Duarte, se los digo” y no es el que ahora sale en las noticias.

De su mano hubo medios con privilegios infinitos en sus días de vocera, Capital y Quadratín Veracruz, entre otros.

Duarte de Ochoa, agrega, “es un hombre que se equivocó”.

Y descubre:

“Aquí, yo creo, que el mal de este país, es la corrupción, no de Veracruz, hemos visto en otros estados situaciones similares, tiene que haber mayor control”.

No sabe mentir Gina Domínguez. Conoció en esencia a Javier Duarte. Sabía sus alcances, su rapacidad, su capacidad para saquear las arcas.

Requería, sin embargo, del control de los medios, la mordaza a la prensa, el operativo para mantener en la ignorancia a la sociedad. La Coordinación de Comunicación Social para eso sirvió. Televisa y TV Azteca, la prensa nacional, los medios cómplices de Veracruz, los Istmos, los Heraldos, los AZ, las Crónicas del Poder, los Marcha, los Golfo, y cientos de mercaderes de la información que ocultaron el saqueo y encubrieron a Javier Duarte.

Falló el proyecto cuando las redes sociales rompieron el cerco, le dieron voz a la prensa libre, arremetieron con fuerza y sacudieron a la sociedad. Y en la retroalimentación el pueblo convirtió su enojo en ira y luego en voto de repudio al PRI. Y así perdió la mafia duartista, incluido Héctor Yunes Landa —“Javier Duarte es mi jefe político”—, el gobierno de Veracruz.

Ah qué Gina. Lo cínico se pega.

Archivo muerto

De vuelta al PRI, Víctor Márquez Fernández es ya el nuevo coordinador de la Fundación Colosio del PRI en la zona sur de Veracruz. Ex delegado de Patrimonio del Estado, ex coordinador de programas sociales en el primer ayuntamiento marcelista, Vic-Mar no se arredró cuando Mariano Moreno Canepa e Iván Hillman Chapoy, la dupla infernal con tufo a gasolina, supuso que con metralla periodística lo iban a quebrar. Los enfrentó y los torció. Si se trataba de madrear, que pusieran la jeta para acudir al cirujano plástico. Tiempo después fue líder municipal del Partido Nueva Alianza, al que organizó y proyectó y del que fue candidato a diputado federal en 2012. Hoy está de regreso en el PRI, encargado de coordinar a la Fundación Colosio, el antiguo Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales del tricolor. Rindió protesta el sábado 26… Por el PRI, no por Morena, contendería Carlos Vasconcelos por la alcaldía de Coatzacoalcos. Nació priista, dice el líder de la CTM regional, hoy diputado local, es priista y morirá priista. Descarta así los sueños de opio de Pulgoso Lagunes que no hay día que no difunda una mentira, que infla candidatos e inventa candidaturas. Sabe Carlos Vasconcelos, que la resaca duartista arrastrará aún más al PRI y del enorme riesgo de perder las principales alcaldías de Veracruz. Saben los veracruzanos de la corrupción infinita de Javier Duarte y el encubrimiento de la mafia priista, que lo sostuvo y lo solapó, y que votar por el PRI es premiar al duartismo que destrozó a Veracruz. Sabe Carlos Vasconcelos que el marcelismo va de nuevo por la candidatura a la alcaldía y qué mejor que sean los saqueadores del erario los que enfrenten el voto de castigo, el rechazo popular. Pero Por Morena, el líder de la CTM regional no va… Tarea para el Congreso de Veracruz: sesiona en la ilegalidad el cabildo de Minatitlán, y por lo mismo es cuestionable la aprobación de los estados financieros mensuales. Circulan evidencias de la peculiar forma en que son convocados a sesión de cabildo los ediles, a través de mensajes de Whatsapp. Así lo manejó la secretaria del ayuntamiento de Minatitlán, Citlali Figueroa Artigas, y para que no quedara duda, ante la queja de los ediles que firmaron el acta de la sesión bajo protesta por no haber sido notificados con toda seriedad, todavía lo certificó anexando copia del mensaje enviado a través de la red social. En ella especifica que los temas a tratar en la vigésima primera sesión ordinaria de 2016, el 23 de noviembre, son el análisis y aprobación de los estados financieros y el reporte de obras correspondiente a octubre. Muy cibernética Citlali. Tema para el Congreso de Veracruz. Salvo uno o dos regidores, no hay quien se salve del lodazal en que se halla la administración municipal de Saúl Wade León, alcalde real aunque sin corona y TítereCheng, el alcalde irreal de Minatitlán…

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