Defensoras: carne de cañón

  • Mujeres Que Saben Latín

Por: Harmida Rubio Gutiérrez

Quienes están involucradas e involucrados en la lucha por los derechos humanos, y en particular por los de las mujeres, saben que su vida cotidiana se vuelve singular. Por un lado tienen que observar injusticias que se cometen día a día contra varias mujeres, y por otro lado, tienen que sobreponerse a sus emociones y actuar pensando en las leyes, la efectividad de las acciones y propuestas estratégicas para que las cosas empiecen a cambiar. Pero hay algo más, las luchadoras se vuelven carne de cañón, están en la mira de quienes ejercen un poder vinculado a un sistema corrupto, interesado en mantener a las mujeres a raya, en el que lo que menos se desea es que ellas piensen, opinen y sean dueñas de su vida.

Algunas élites con mucha influencia política, han tratado de frenar la carrera e investigaciones de defensoras de los derechos de las mujeres. Las historias de la periodista Lydia Cacho o la activista Néstora Salgado, son claros ejemplos de cómo se ejerce el poder cuando alguien pone el dedo en la llaga y busca cambiar un entorno que favorece a unos y deja vulnerables a otras.

Lydia Cacho ha hecho investigaciones acerca de la pederastia en México y las redes de trata de mujeres; debido a esto, ella fue secuestrada en Cancún, donde residía, por elementos de la policía de Puebla, enviados por el gobernador en turno, ella fue torturada y maltratada para que negara lo que había escrito en su libro “Los demonios de edén”; pero después de que la noticia salió a la luz y dado el escándalo para los implicados, ella fue puesta en libertad bajo fianza. Sin embargo su proceso judicial sigue, ya que se le acusó de difamación. Ella tuvo que autoexiliarse de México por un tiempo para mantener la seguridad de su vida.

Nestora Salgado García, la comandante Néstora, es activista y líder de la policía comunitaria de Olinalá en el Estado de Guerrero. En ese lugar la comunidad se organizó para protegerse de las extorsiones ya que se les cobraban cuotas por “protección”, que se les pedían a los comerciantes de la zona. En ese momento, la policía comunitaria hizo que disminuyera la criminalidad considerablemente. Tras algunos sucesos violentos, la comunidad formó un grupo de autodefensa en el que Néstora fue electa como comandante. En 2013 ella fue acusada de secuestro por autoridades locales, y fue encarcelada ilegalmente por más de 2 años. Recientemente fue declarada inocente y puesta en libertad por falta de pruebas.

Casos como estos se repiten en toda la república, es por eso que han surgido organizaciones como la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México que se formó en 2010, la cual vincula varias defensoras de derechos humanos de distintos estados del país, para generar lazos y estrategias y hacer frente a la violencia que constantemente sufren las que defienden los derechos de las mujeres.

Sin embargo, como sociedad tenemos un papel muy pasivo al respecto, vemos pasar estas situaciones y las consideramos lejanas. No lo son. Son episodios que les suceden a personas que están haciendo cosas importantes para tener una mejor sociedad y un entorno de paz.

Quienes defienden los derechos de las mujeres, merecen nuestro reconocimiento, agradecimiento y solidaridad, ya que gracias a ellas y ellos ejercemos hoy derechos que antes no se nos reconocían. Como sociedad, hagamos un ejercicio de reflexión y apoyo, para que estas luchadoras no se sientan solas.