Estado Civil: Mujer

  • Mujeres Que Saben Latín

Por: Harmida Rubio Gutiérrez

Hace muy poco vi en el muro de Facebook de un conocido un post que decía: “Si es guapa y soltera, seguro está loca”. Le pregunté si en verdad creía que eso era así, y me contestó que era solamente una broma. La cuestión es que esa broma esconde una situación muy violenta detrás, compleja y llena de matices.

El tener pareja y familia es como un mandamiento para las mujeres. Así como para los hombres el mandato es ser proveedor y poderoso, para nosotras es ser amadas por otros. Así pues, si una mujer está sola en el aspecto erótico-amoroso, se sale de este mandato, es una desobediente; en consecuencia, se le ve como perdedora por muy exitosa que sea en su vida profesional o personal. Muchas veces hemos escuchado decir: “Tiene un buen trabajo, gana su dinero, se ve bien, pero está sola”. Esta situación tiene muchas aristas:

Las decisiones que tomamos las mujeres son puestas en juicio todo el tiempo por quienes nos rodean: la manera en la que vestimos, el cómo hablamos, con quién nos juntamos, cuáles son nuestros gustos y muy especialmente cómo es nuestra vida amorosa y sexual. Dice Marcela Lagarde, en su libro “Claves feministas para la autoestima de las mujeres” que se ha considerado históricamente a las mujeres como satélites de las otras personas. Las mujeres en el imaginario de nuestra cultura, estamos para los demás. Así que cuando una mujer empieza a tomar decisiones para su vida en las que ella se pone en primer lugar, es duramente juzgada. Cuestionamientos, regaños, y algunas veces consejos condescendientes “por el bien de ella” empiezan a aparecer.

Muchas personas que rodean a las solteras se sitúan en una posición moral desde la cual creen que pueden cuestionar esa decisión de la mujer, sean familiares, amigas o amigos, gente del trabajo o incluso desconocidos. ¿Por qué tan solita? ¿Pero no piensas casarte algún día? ¿Por qué eres tan exigente? ¿No piensas tener hijos? ¿Por qué sigues saliendo a divertirte, qué hay de tu futuro? Cuántas veces las mujeres solteras hemos escuchado estas preguntas que la sociedad ha normalizado, pero que son violentas porque invaden nuestra privacidad y ponen en duda nuestras decisiones. En repetidas ocasiones se le dice a las solteras que deben apurarse a formar una familia, porque de no ser así, terminarán sus días solas. Sobra decir que el tener pareja y familia no asegura una compañía real y constante, pero el no tenerlos tampoco asegura la soledad. La pareja y la familia no son las únicas formas de relación con otros seres humanos. Además, se cree muchas veces imposible que una mujer pueda no sólo aceptar, sino disfrutar la soledad. Cuando cada vez más, las mujeres estamos aprendiendo a pasar el tiempo solas, vivir solas, divertirnos solas, y a tener una relación con nosotras mismas de larga duración.

Por otro lado, como “la broma” que mencioné al inicio, se piensa que una mujer que permanece sola tiene algo de malo, algún fenómeno o defecto escondido que es terrible y no puede soportarse, como la locura.

Pero también, si una mujer soltera de repente tiene pareja, no se hacen esperar los comentarios como “Ya te hacía falta, ya te ves más contenta” o “ya era hora, ahora sí no lo dejes ir”. Pareciera que el tener alguien al lado, fuera aún más potente que todo el cuidado que tenemos con nosotras mismas: la salud, la alimentación, la educación, los buenos ratos de ocio, y todas aquellas cosas que hacemos para estar bien. Como si tener pareja fuera la causa y no la consecuencia de una vida en la que hemos construido nuestro propio bienestar.

En la suma de todo esto, hay algo que se afecta profundamente y que es necesario para la vida: la autoestima. Porque el juicio que viene del exterior atraviesa el cuerpo y llega al interior. La educación, los juegos, la televisión, las canciones, el cine, todo el entorno “grita” que las solteras o las que han elegido una forma amorosa de relacionarse fuera de lo común, están equivocadas y serán infelices, y ese discurso está arraigado hasta la médula.

Desmontar la idea de que ser amada por otros, tener familia y pareja, no es lo que le da valor a una mujer, no es para nada algo fácil. Requiere un esfuerzo continuo, cotidiano, como una tarea de un día a la vez; y en ese trayecto muchas veces hay recaídas. Yo lo comparo con el juego de “Serpientes y escaleras” en el cual, una va avanzando casilla tras casilla después de un gran esfuerzo, y de repente, aparece una crítica, una película, un comentario que nos hace resbalar por la serpiente varias casillas atrás con nuevas dudas y creencias anteriores.

Es un proceso largo asumir que la autonomía lleva consigo todos estos avatares, y empezar a sacar un espejo ante esas críticas y comentarios, ponerlos en duda, ponerles un alto, ver de dónde vienen y desarmarlos. No es fácil, pero es posible.

Dice Marcela Lagarde que en el choque entre nuestras decisiones y el juicio de los demás, está el desarrollo de nuestra autoestima. El reafirmar nuestra decisión, aunque ésta sea cuestionada una y otra vez por los demás, nos fortalece y empodera. Nos hace aprender desde la responsabilidad y la libertad. Pero es un camino de tiempo variado para cada una de nosotras, en el que necesitamos de otras mujeres y hombres para desmantelar aquellas creencias que nos hacen daño como seres individuales y como sociedad.

Entre tanto tratemos de buscar medios alternativos que nos brinden otros relatos, otras historias en las que podamos aprender de las mujeres que han decidido libremente acerca de su vida amorosa y sexual, y pongamos atención en las cosas que las mujeres aportan a la vida de ellas mismas y de la colectividad sin juzgar sus decisiones.