Brujas que cuentan historias
- Mujeres Que Saben Latín
Por: Harmida Rubio Gutiérrez
Chamanas, Curanderas, Hechiceras, Wiccas, Santeras, Celestinas, mujeres que se portan mal. En México, Latinoamérica, Países Sajones, Orientales, Africanos, en todas las culturas ha existido ancestralmente el personaje de la bruja. La de la mujer transgresora que no acepta sumisa las normas de su tiempo.
Casi siempre las historias de brujas tratan de mujeres que no estaban interesadas en casarse, eran inteligentes, sabias, se comunicaban con seres misteriosos y hacían hechizos por las noches. Vivían solas, o junto con otras iguales a ellas. Eran señaladas y observadas minuciosamente por la sociedad. La gente pensaba que tenían pacto con el diablo o con fuerzas malignas (nunca se les ocurrió que las herejías eran idea de ellas mismas). Pero más que pacto con el Diablo, las brujas más bien, tenían pacto con ellas mismas y con su entorno.
Conocían los pasadizos que conectaban dos mundos: el día con la noche, la vida con la muerte, la ciudad con el bosque o la selva, el bien con el mal, la tierra con el espacio. Eran curiosas. Querían entender la naturaleza, las casas, las calles, los lugares secretos, y lo más importante, la naturaleza humana. Hypatia de Alejandría, una de las primeras mujeres filósofas, astrónomas y matemáticas en la antigüedad tardía, también fue acusada de brujería y fue asesinada por la élite de poder de su tiempo por no compartir sus creencias. Así, hasta la actualidad, han existido muchas brujas más que han sido condenadas en todos los ámbitos.
Las brujas aún existen y siguen blasfemando y haciendo herejías. Pretenden que se respeten sus derechos, ganar un salario digno, decidir sobre su propio cuerpo y sobre su vida, vivir sin violencia, no ser juzgadas por su belleza, caminar seguras y libres por las calles, estudiar, investigar, proponer, diseñar, crear, conocer y tener voz en los espacios de decisión… y ¡oh qué atrevimiento! Desean cambiar la mirada con la que se observa el mundo y con la que el mundo las observa.
Pero casi siempre las historias de brujas son narradas por alguien que las ha visto, que les ha tenido miedo o que se ha enamorado de ellas. Pero ¿qué hay de las historias contadas por las mismas brujas? ¿Cómo narran ellas lo que les pasa, lo que sienten, lo que han vivido, lo que han disfrutado y sufrido, su forma de vida, sus aliadas y aliados, su mirada y forma de ver el mundo?
Poco a poco los relatos han empezado a cambiar, y las brujas se están convirtiendo en narradoras, en protagonistas, en las grandes creadoras: libros, novelas, películas, arte, métodos, conceptos, leyes, manifiestos y acuerdos son las nuevas tramas que las brujas han empezado a construir desde su voz y su experiencia.
Pero creo que hace falta aún más fuerza en el hechizo más grande que por milenios ha guiado a la humanidad: las historias. En el arte de narrar descansan muchas de las creencias de nuestras culturas. Así que nos toca crear nuevos mitos, leyendas, ficciones, fábulas y cuentos que giren la mirada al universo de las brujas y nos hagan creer en otras maneras de volar.
¡Ay qué bonito es volar! a las dos de la mañana
a las dos de la mañana ¡ay! qué bonito es volar, ¡ay mamá!
La bruja, canción popular