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Maltrato a los Toros en las Fiestas de la Candelaria 2014

Marcela Maldonado/

Artículo 12 Fracción IV “IV. Los toros podrán ser liberados al tocar tierra, siendo vigilados por los jinetes y personal autorizado, sin permitir que el público los agreda o maltrate en ningún momento, poniendo en riesgo la vida del vacuno.” Reglamento de protección al Toro. H. Ayuntamiento de Tlacotalpan.

3 días antes del embalse de Toros en las fiestas de la Candelaria de Tlacotalpan, el Ayuntamiento de Tlacotalpan emitió un reglamento para que las fiestas por se llevaran a cabo en un marco de alegría, libre de violencia a los Toros… de poco o nada sirvió.

A las 11 de la mañana del día primero de febrero llego la panga adornada con flores de donde bajaron los primeros tres toros para “disfrutar” de la fiesta, estos inocentes y tranquilos animales se encontraron con el peor de los martirios. Ahí frente a ellos listos a divertirse se encontraba una multitud enardecida, decidida como siempre a demostrar su “valor” agrediendo a estos pobres animales, quienes se reusaban a subir esas escaleras pues presentían que nada saldría bien.

Los jinetes encargados de cuidar a los toros estaban también presentes, pero al parecer nadie les dijo cuál era su responsabilidad, pues en ningún momento hicieron nada para tratar de evitar el maltrato a los toros. Iniciaron entonces los jalones de cola, los golpes y por consecuencia las caídas de estos tranquilos y hermosos animales, que nunca entendieron por qué estaba pasándoles eso… por supuesto ante los ataques intentaron defenderse.

Así, uno a uno bajaron los primeros tres toros, poco después llegaron tres animales más, todos sufrieron lo mismo, sobre ellos caían botellas, piedras, cervezas, ropa, y todo lo que los divertidos asistentes tenían al alcance. Algunos toros cayeron en las calles y ahí, listos a demostrar lo intrépidos que son, llegaron algunos a cortarles las orejas.

Sin embargo no hay reportes de sanciones, nada paso en Tlacotalpan, “todo salió bien”, las playeras de “yo cuido al toro” rindieron efecto. Las autoridades no han dicho nada, pocos han sido los medios de comunicación que han plasmado la realidad que vivieron los toros ese día de terror. Solo los activistas y amantes de los animales que visitaron el lugar están hablando de esto, presentando pruebas de que no todo salió bien y exigiendo respuesta de las autoridades.

La fiesta de la candelaria en Tlacotalpan desde hace muchos años es mundialmente famosa, por lo aberrante del embalse, por estar impregnada de alcohol y maltrato a los animales, es reconocida como una de las fiestas más crueles del país y del mundo. Incluso la sociedad civil ha solicitado en múltiples ocasiones de manera formal a la UNESCO retirar a Tlacotalpan la distinción de ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, por el terrible maltrato que se da a los toros en los embalses.

Este año las asociaciones de protección a los animales a nivel nacional, reconocieron el esfuerzo que se estaba haciendo por dignificar las fiestas, pero pugnaban por la eliminar la participación de animales. Lo ocurrido el primero de febrero deja claro que no se pueden aceptar cosas a medias, que un reglamento no es suficiente, es necesario elaborar los mecanismos para vigilar que se cumpla.

El maltrato a los animales debe terminar, ellos no están aquí para divertirnos, son seres sintientes con los que compartimos este mundo y merecen todo nuestro respeto. La lucha por el respeto a los animales está más fuerte que nunca. Los gobiernos deben entender ya que: la violencia es la misma, solo cambia la víctima.