Esta semana cerró en viernes 13 mala suerte para quienes sufren vacas flacas en la política veracruzana.
Los analistas se equivocan, los opinócratas de aldea se van con las fintas que leen en columnas nacionales, todo parece igual en el solar veracruzano como el 1 de diciembre del 2018; desde esa fecha, todo se repite cíclicamente.
Los villanos no están derrotados. Gozan de cabal salud política y son capaces de marcar la agenda pública de la cuatrote.
El pasado no termina por irse.
Seguimos atorados en declaraciones, vendettas, señalamientos estériles y cruzados de al ladrón, al ladrón, pero nadie está en la cárcel, salvo Javier Duarte de Ochoa.
A estas alturas nadie entiende nada. El análisis político se rebaja a la chunga, a interpretar los singulares discursos de los funcionarios actuales y el ánimo valentón de quienes se fueron y ahora se ostentan con la etiqueta de víctimas.
Rogelio Franco Castán, ex secretario general de gobierno en el bienio pasado, defendido hasta la exageración por el grupo político al que pertenece, ahora es acusado por Arturo Bermúdez Zurita, ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Javier Duarte, de quitarle propiedades inmobiliarias.
Los enemigos de Cuitláhuac García Jiménez le acusan de pactos inconfesables con el duartismo, ligan la acusación de Bermúdez como parte de una alianza de los montes entre la cuatrote y el priismo más despreciable que arropó al cordobés Duarte.
En respuesta, el jefe del ejecutivo veracruzano, cuelga en un post en su línea de tiempo del Facebook, un lacónico ‘A quien corresponda’, seguido de un ´sin palabras’ entre paréntesis, más un postdata: ‘jajaja’, que cierra ‘con 4 anexos y un colofón de dos fotografías donde aparecen Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Márquez estrechando manos y otra con el junior Yunes flanqueado por la ex alcaldesa priista Carolina Gudiño, quien después del padrinazgo de Fidel Herrera Beltrán vive horas bajas en la política.
‘La mañosa desmemoria’ cierra la publicación del gobernador.
En un atrevimiento interpretativo diríase que Cuitláhuac García Jiménez quiere demostrar indubitablemente que la alianza perversa es entre el PRI y el PAN, personificados por los Yunes y Javidú.
No se sabe a ciencia cierta, ni es certificable periodísticamente.
Lo que sí es una verdad inobjetable es que, en la elección del 2018, Cuitláhuac García Jiménez cosechó un millón 667 mil 239 sufragios, 213 mil 301 votos más que Miguel Ángel Yunes Márquez, quien obtuvo un millón 453 mil 938 votos.
Es por demás lógico que por eso despache desde Palacio de Gobierno.
Eso lo sabe hasta el tonto del pueblo.
El quid de la cuestión es la razón de hacer eco a los emisarios del pasado, cuando hay temas que requieren el cien por cien de atención de los funcionarios de la cuatrote.
Quizá habría que recordarles que ya no le presten oído al pasado, porque no tiene nada nuevo que decir.
La clemencia pedida por interpósitas personas es política ficción.
Los derrotados salieron contestatarios.
Los vencedores se abalanzan sin pensar en pos del sacabocado, mordiendo el anzuelo al primer envión.
Los enemigos son reales, los aliados, de conveniencias.
Nadie entiende
…de otro costal.
¡Nunca escriban columna en viernes, nadie los leerá el fin de semana!, gritaba el maestro en un salón de la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana.
Es cierto. El periodista escribe, indaga, coteja, habla o fotografía, movido por un morbo suicida, sólo por hacer su trabajo; llueve, truene o relampagueé como repite hasta el hartazgo colectivo el gran tlatoani.
El periodista nunca debe ser el protagonista de la noticia, espetaba el catedrático con voz estentórea, en deseo interior que abandonásemos el campus.
Hoy esas dos recomendaciones se mezclan, rompen la regla, se tornan imperativo para quienes sólo podemos escribir como forma de desahogo de frustraciones y cuitas.
Maestro empírico de generaciones de fotógrafos, reporteros, columnistas y opinócratas, Martín Lara Reyna nos extiende su cámara y nos pide el favor que oprimamos el obturador para guardar su imagen en la posteridad del recuerdo.
Pide la foto con flash. Se escucha el siseo de la réflex. Su imagen luminosa viaja hasta una dimensión que aún es terreno vedado para el periodismo.
Y en esta sucesión de fotografías, historias, relatos y narrativas subidas al infinito periódico mural que significan las redes sociales, donde no hay cuartos oscuros, ni rollos de 35 milímetros con 24 exposiciones que revelar en la luz rojiza de la soledad, ni guardias que cumplir, ahí estarás, querido Martín, telefoto en ristre para captar los entretelones de la eternidad; sí es que esta existe.
Hoy eres noticia, buen viaje a tus fuentes confidenciales jamás reveladas a un mortal.
Se queda el café pendiente, la micha tostada partida a la mitad, sin remojar.
Silente el reporte en vivo de un edificio en llamas al que llegaste con suerte de reportero, observando a los agentes de tránsito cortando el tráfico vehicular en la confluencia de la calle Serdán y avenida Independencia, diez minutos antes de la primera gráfica de un incendio.
A partir de hoy corren tus vacaciones pendientes en este oficio ingrato de suicidas hechos a sí mismos.
Abre el diafragma, que la luz viaje, enciende la torreta y síguela sin titubeos, vuélate los altos, llega primero, dispara a tiempo, captura la nada.
@ManoloVictorio
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Periodista, conductor de radio, maestro universitario, reportero.