La otra pandemia que sigue amenazando a México
- Fernanda Acosta
Estimadas lectoras y lectores de E- consulta Veracruz. Llevamos aproximadamente dos meses confinados (las y los que tenemos el privilegio de quedarnos en casa) a razón del covid-19. Si bien se dice que el coronavirus ha desestabilizado la economía, la salud pública y el bienestar emocional, existe otra pandemia latente, que no cesa y que cada día se intensifica más: los feminicidios.
A los feminicidas poco o nada les interesa el coronavirus y la cuarentena. Pues saben que cientos de mujeres tienen que convivir diariamente con sus agresores. Así que el “quedarse en casa” no es una opción ni alternativa para ellas.
Tan solo desde que inició la pandemia han ocurrido más de 160 feminicidios; estas cifras las dio a conocer el secretario del ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y sí, se llaman así porque tienen particularidades específicas. Nombrarlos de esta forma es darle visibilidad a la emergencia nacional que estamos viviendo.
En estos momentos, los pretextos y los discursos que se enfocan en culpabilizar a la víctima y eximen de la responsabilidad al agresor –si bien nunca han sido válidos- ya no son vigentes. Ninguna mujer está “saliendo de fiesta”, ninguna está en las calles a “altas horas de la noche bajo los efectos del alcohol”, ninguna está “vistiendo de forma provocativa”. Y lo escribo entre comillas, porque estos y cientos más han sido la excusa perfecta para culpabilizar a las mujeres y responsabilizarlas de sus propios feminicidios simplemente por llevar una vida como cualquier ser humano.
No podemos perder de vista que los feminicidas no son monstruos que cazan a sus presas por las noches. A muchos los tenemos en casa y su rostro tiene forma de papá, abuelo, hermano, tío, pareja, etcétera. No son enfermos mentales. Son hijos sanos del patriarcado, patologizar el problema es ser parte del mismo.
Los machos están y han sido educados y socializados bajo un régimen patriarcal y altamente misógino que se ha replicado con el mito del amor romántico a través de películas, libros, teatro, y otros medios. Incluso la misma historia que nos han contado está escrita y dirigida por y para hombres. Ellos tienen todo un sistema que los protege y salirse de la norma establecida implicaría rebeldía y es algo para lo cual no están preparados. Pareciera que no entienden que lo que queremos las mujeres no son “aliados feministas”, sino traidores del patriarcado y del sistema que nos oprime y deshumaniza.
Ahora bien, cuando los medios de comunicación y el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguran que las llamadas por violencia de género “son falsas”, sólo maquillan la grave situación que nos atormenta a las mujeres. La Red Nacional de Refugios de México ha informado que las líneas de contención están saturadas y las llamadas para pedir ayuda han aumentado más del 80 por ciento.
Las mujeres sí tenemos otros datos, nosotras no mentimos ni jugamos con algo tan importante y delicado como nuestra vida. Nuestra economía no está parada, porque las labores domésticas siguen siendo trabajo no remunerado. Disfrazarlo de “amor de madre” es seguir replicando el mismo patrón.
A pesar de esto seguimos ayudando a las mujeres a salirse de sus hogares, seguimos llevando alimento a las que más lo necesitan y seguimos dando atención psicológica. Las feministas y los colectivos para esto estamos, para hacer la labor social que el estado hasta ahora no ha podido proporcionar para garantizar y salvaguardar la integridad de todas nosotras.
Se han puesto a pensar que si nosotras no seguimos con esa fuerza y esa autogestión que nos caracteriza, ¿quién nos asegurará que el día de mañana no seamos nosotras quienes aparezcamos tiradas en un lote baldío, calcinadas, destazadas y mutiladas por personas que dicen amarnos?. Pasaremos a ser borradas de la historia y nos convertiremos en una cifra más de esta pandemia que nos sigue persiguiendo en este país feminicida.