Sánchez, víctima de la trama poblana

  • Roberto Rock
Abundan quienes de día defienden a su partido, pero por la noche duermen en casa ajena

Sin mayores escrúpulos ideológicos, pues abundan quienes de día defienden a su partido, pero por la noche duermen en casa ajena, Morena y PRI inauguraron en Puebla un modelo de cohabitación que ya arrojó ganadores y víctimas. Estas últimas no son piezas menores: la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y su antecesor, Miguel Ángel Osorio Chong.

Con el aval abrumador del Congreso del estado, dominado por Morena, el mandatario interino designado el pasado día 21 fue el priista Guillermo Pacheco Pulido. Con ello quedó sellado un pacto rumbo a la próxima gubernatura de seis años, lo que sepultará la controvertida herencia de Rafael Moreno Valle, construida a la sombra de la administración Peña Nieto.

En los días previos, Osorio Chong envió Puebla a su principal operador, Jorge Márquez, con una encomienda no solo riesgosa sino miope: preservar, desde fuera del poder, una alianza entre el PRI y el PAN en el estado. Se intentó colocar en el interinato a Jesús Rodríguez Almeida, ex secretario de Gobierno, una figura ajena a la entidad, cuya base política se extinguió con la misma tragedia que el 24 de diciembre privó de la vida a Moreno Valle y a su esposa, la gobernadora Martha Érika Alonso.

Márquez, emisario del priismo cupular representado por Osorio Chong, nunca pudo explicar a la militancia del Institucional en Puebla por qué sumarse al heredero de Moreno Valle si éste en vida los acorraló y desdeñó. Márquez se reunió con un amplio número líderes para los cuales el intento de consigna solo buscaba mantener el entramado de intereses que en su momento unió a Moreno Valle con Osorio y con el expresidente Enrique Peña Nieto.

Ni siquiera el exgobernador poblano Antonio Gali, formado bajo la égida de Moreno Valle, estuvo de acuerdo con la eventual llegada de Rodríguez Almeida, contra el que impulsó el señalamiento de que éste no cubre los requisitos constitucionales del caso.

Miguel Barbosa, candidato de Morena que perdió una controvertida elección en contra de Martha Érika Alonso, cabildeó también en el Congreso local para alinear las animadversiones del priismo local, que acabaron siendo alimentadas por el exmandatario Mario Marín e, incluso, por Manuel Bartlett, también exgobernante y actual director de la Comisión Federal de Electricidad.

Se da por hecho que fue el propio Barbosa quien deslizó entre priístas y morenistas, especialmente en el Congreso local, el nombre de Pacheco Pulido, un hombre que el próximo viernes cumplirá 86 años y fue alcalde de la capital poblana hace tres décadas (1997-2000), pero que conserva un alto nivel de aprecio entre la población. No faltan, sin embargo, quienes estiman que el respaldo de Barbosa obedeció a la cercanía que mantiene con los hijos de Pacheco, empresarios inmobiliarios a los que se atribuye haber aportado recursos financieros a la campaña del abanderado de Morena.

El desafío del priismo poblano a Osorio suponía un costo político también para la dirigente del Institucional, Claudia Ruiz Massieu, quien sin embargo escurrió el golpe y ordenó emitir un oportuno comunicado de prensa en el que se congratulaba de la llegada de Pacheco Pulido al interinato.

Pero hubo otro actor sustantivo que no tuvo la misma suerte. La operación de Miguel Barbosa, de la lideresa morenista, Yeidkol Polevnsky, y otros personajes de Morena entró en colisión con una promesa que la secretaria Olga Sánchez Cordero había depositado el día de las exequias de Moreno Valle y su esposa. En presencia de la familia de los fallecidos y de líderes del PAN estatal, ella indicó que la designación del gobernador interino le correspondería a Acción Nacional. “Les toca a ustedes”, les dijo la titular de Gobernación, un cargo desde el cual típicamente se empeña la palabra del gobierno de la República.

En este momento es difícil conocer si el compromiso de Sánchez Cordero incluyó una consulta previa con el presidente López Obrador, si surgió de una convicción personal o si ella se dejó llevar por su amistad con los padres de Rafael Moreno Valle, a quienes el extinto exmandatario se disponía a visitar la Nochebuena de esa tarde en que su helicóptero se desplomó por causas hasta ahora desconocidas.

Se sabe que la secretaria de Gobernación mantuvo coloquios sobre este tema con dirigentes de Morena en Puebla, lo que incluyó al presidente del Congreso estatal. Pero no quiso o no pudo amarrar su cabildeo con otros integrantes clave de la Cámara local. Tampoco se sabe si ante la inminencia del arribo de Pacheco Pulido, doña Olga buscó hacer valer su palabra y su cargo ante el presidente López Obrador.

Lo que es un hecho es que en este episodio, que tendrá repercusiones futuras dentro y fuera de Puebla, la secretaria Sánchez Cordero resultó humillada. ([email protected]).

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Roberto Rock

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue Subdirector Editorial de El Universal y Director Editorial General de El Gráfico y de El Universal.  Actualmente, es vicepresidente de la Comisión Contra la Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).