La espera en el panteón

  • Jorge A. González
Rivera está en este sitio es porque está listo para reencontrarse con una mujer.

Un hombre alto, robusto, de grandes ojos deambula insistentemente en el interior de un panteón. Camina de un lugar a otro en espera de que algo extraordinario suceda y que ha esperado tanto; como cuando se espera en una cita.

Resulta extraño que este hombre vestido de overol, de ideología comunista, rostro frío y carácter fuerte espere algo en un sitio donde la única compañía es el silencio y la solemnidad entre lápidas, flores e imágenes de santos, ángeles y tierra.

Sin duda sabemos que los muertos no hablan y no se mueven, lo único con lo que son benevolentes con los vivos es simplemente con los recuerdos, buenos o malos; testigos intangibles  de lo que fueron y lo que representaron.

Para el cubano Nilo Cruz, primer autor latino en ganar el Premio Pulitzer en la categoría de drama por “Ana en el trópico”, sabe quién es ese hombre. No es más que el afamado muralista mexicano Diego Rivera, pieza clave en este movimiento pictórico social e ideológico.

¿Qué hace Rivera en un panteón? ¿Qué espera el hombre de la indígena con alcatraces? ¿Qué pretende el creador de los grandes murales de contenido social en edificios públicos? ¿Qué busca el muralista que le dio asilo político a León Trotski, integrante del buró Político del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética?

Sólo Cruz, escritor y dramaturgo sabe qué hace en el campo santo el autor del mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, obra que resumen el contexto social de una época en un lugar representativo de la Ciudad de México.

Para el también ganador del premio Alton Jones Award y el nombramiento de Poeta Honorario Whittier College, hay una razón muy importante por la que el artistas se encuentra en un lugar tan inusual para una cita.

La única razón por la que Rivera está en este sitio es porque está listo para reencontrarse con una mujer, lo tome de la mano y se vayan juntos para siempre, hasta desaparecer en el oscuro sendero. Esa mujer no es más que la pintora Frida Kahlo, su ex alumna y esposa.

Ante esta atmosfera de ficción que revolotea en la cabeza de Nilo Cruz y que va tomando forma, nace un valioso proyecto en Estado Unidos (EU) que sin duda tendrá gran resonancia en nuestro país por lo que representan ambos personajes dentro del arte mexicano.

Hablamos de “The last dream”, la primera ópera sobre Frida Kahlo y Diego Rivera a cargo de la compañía Fort Worth Opera, y con la cual cerrará en el 2020 su ciclo de cuatro años llamado Noches de Ópera.

Fort Worth Opera fue fundada en 1994, la más antigua de Texas y está entre las 14 más longevas de EU, y desde entonces se ha ganado el reconocimiento de la crítica especializada por la calidad de sus obras y de las disciplinas del arte que se involucran en cada proyecto.

La pieza se cocina desde ya, cuidadosamente con otras compañías invitadas como: San Diego Opera, la University of Texas at Austin, y DePauw University quienes preparan el estreno mundial en español en el año 2020.

La inspiración del autor cubano es visualizada en un panteón porque la fuerte tradición popular de México, país de Diego y Frida, no puede comprenderse sin la presencia de La Muerte, y no en el estricto significado de dejar de respirar.

La muerte para los mexicanos incluye más que una pérdida física, también hay llanto, alegría, gastronomía, ritual, música, risas y arte (personificada en La Catrina).

Y eso no es todo, la tradición es tan poderosa que el mexicano se dispone los días 1 y 2 de noviembre a recibir a sus fieles difuntos, para lo cual colocan grandes altares para que sus muertos vengan y degusten sus alimentos favoritos que en vida consumían.

No podemos olvidar la cartonería de Rivera y la recreación de las figuras de Los Judas, mismas a las que solía prenderles fuego en las plazas centrales de los pueblos la noche del Sábado de Gloria.

Para el muralista, Los Judas son el símbolo por excelencia del mal, la traición y la muerte, deben ser quemados como signo de su derrota y del desprecio que todo cristiano debe mostrar ante el pecado.

“Rivera siente que la muerte lo ronda y siente que ya quiere estar con Frida, pero quiere que ella venga por él”, sostiene Nilo Cruz; quien explica que la ópera se desarrolla también en torno al mural riveriano “Sueño de una tarde dominical” y su polémica frase: “Dios no existe”.

Gabriela Lena Frank estará a cargo de la música, artista de madre china-peruana y padre lituano-judío, y que en sus obras incorpora su conocimiento por el folclor latinoamericano así como su pasión por la poesía y mitología.

El trabajo estará construido en tres actos sobre el que actualmente la compañía Fort Worth Opera ya trabaja, en coproducción con la San Diego Opera, la University of Texas en Austin y la DePauw University de Indiana.

La premier mundial de The last dream: Ópera sobre Frida Kahlo y Diego Rivera será en el festival anual de Fort Worth, en abril del 2020; después se presentará en la Ópera de San Diego y en la Universidad de Texas en Austin, con la idea de que más tarde tenga funciones en otros foros.

La magnificencia de la obra de Diego Rivera, su ideología; el dolor de la insufrible pintora Frida Kahlo y su amor por el pintor, no sólo mueve y conmueve al autor de esta ópera, hay un objetivo aún más importante.

Entre Nilo Cruz y Gabriela Lena Frank buscan que quienes escuchen esta ópera, sean partícipes del insólito reencuentro auditivo-sinfónico de estos dos personajes de la plática mexicana, que la muerte separó en el año de 1954 cuando fallece la artista de cejas tupidas y vestimenta tradicional.

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