Yunes, la propaganda y la justicia

  • Roberto Rock
Decidió culpar a Ríos sin tocar a la autoridad federal ni siquiera con el pétalo de una insinuación.

Reportes generados por diversas instancias del gobierno federal revelan, casi minuto a minuto, los pasos dados por el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, en los días y horas previas a que presentara su solicitud de licencia, en octubre pasado.

Los informes arrojan inevitablemente, la conclusión de que Duarte negoció su salida con la Secretaría de Gobernación, a cargo del Miguel Ángel Osorio. Con esa misma dependencia pactó el nombre de su sucesor. Lo que aún no se sabe es por qué si existía una montaña de evidencias en su contra, no se le detuvo o se le mantuvo monitoreado en sus movimientos. Es decir, por qué se le dejó escapar.

Este domingo la nueva administración veracruzana, que encabeza el aliancista Miguel Ángel Yunes, llevó a cabo la detención de Flavino Ríos, quien se desempeñó como gobernante interino en las complejas semanas finales de la anterior gestión.  Yunes decidió culpar a Ríos sin tocar a la autoridad federal ni siquiera con el pétalo de una insinuación. Un lance que parece calculado para efectos de propaganda, no de justicia.

De acuerdo con los reportes federales mencionados, Duarte fue citado por funcionarios de Gobernación la víspera de que presentara su licencia, el miércoles 12 de octubre pasado.

Ese martes 11 viajó de la ciudad de México a Veracruz en donde se reunió en privado o con un número no determinado de integrantes de su círculo cercano, en particular su esposa. Y regresó por la noche a la capital del país.

Por la mañana del miércoles 12, otorgó una entrevista al conductor Carlos Loret de Mola, donde anunció la licencia, y se trasladó por aire nuevamente a Veracruz, donde citó en el hangar del gobierno estatal a varias personas, entre ellas al presidente del Congreso local y a varios colaboradores. Flavino Ríos estaba en ese grupo.

De acuerdo con testigos directos de esa reunión, Duarte llevaba por escrito su renuncia, que entregó al legislador. Frente a los asistentes, dijo a  Ríos:  “Allá –en la capital del país- se decidió que tú serías el interino…”. Y en ese mismo momento le solicitó autorización para emplear el despacho instalado en el mismo hangar. Ríos llamó al personal encargado y dio instrucciones de que así fuera.

El resto de ese miércoles 12 el Congreso estatal estuvo inmerso en un jaloneo por el tema de quién sería designado mandatario interino. Un bloque de legisladores identificados con Miguel Ángel Yunes buscó oponerse o impulsar a una persona diferente a Ríos como interino. La indefinición se prolongó hasta altas horas de la noche.

Siempre según los informes federales, Duarte se presentó al hangar del estado la mañana del jueves 13, solicitó un helicóptero, que le fue otorgado, y fue trasladado hasta Coatzacoalcos.  Horas después se supo que se había dictado una orden de aprehensión en su contra.

El nuevo gobierno veracruzano buscará convencer al juez que extendió una orden de arresto contra Ríos que éste facilitó la huida de Duarte. Para ello tendrá que demostrar documentalmente que la mañana del jueves 13 Ríos había sido puesto bajo alerta de que la justicia federal procedería contra el mandatario con licencia, y por tanto debía colaborar a su detención. 

De acuerdo con los antecedentes de lo que ha ocurrido desde antes de las elecciones para gobernador, es más probable que Yunes Linares haya tenido ese día 13 de octubre mucho más acceso con el gobierno federal y en particular con la Secretaría de Gobernación que el que el que podía esperarse en Flavino Ríos. 

Sectores enterados estiman que la solución política que supuso la salida y posterior huida de Duarte fue parte de una negociación entre éste, el gobierno federal y el mandatario entrante, Yunes Linares.  La lógica apunta entonces, en otro sentido. Y explica las motivaciones de la nueva administración estatal. 

Yunes  Linares rebasó ya la frontera de los primeros días de una gestión que será notablemente corta y dominada por dos vorágines electorales. En junio serán electos los alcaldes de toda la entidad, y unos meses después arrancará la carrera para las votaciones hacia un nuevo gobernador. 

En los minúsculos recesos que tal agitación política genere, el mandatario estatal debe acercarse al menos al objetivo para el que fue electo, es decir, gobernar, resolver problemas y marcar una diferencia que permita a los ciudadanos veracruzanos comprender si hay alguna diferencia entre la coalición PAN-PRD frente al PRI;  si debe apoyar a alguno de ellos en la próxima cita con las urnas, u optar por otra alternativa.

Sin embargo, los problemas en el estado no son de la clase  que se puede resolver con un discurso o con un acto de propaganda. Entre ellos está una nueva oleada de violencia.  Son cientos ya las personas ejecutadas en toda la entidad en un entorno de crimen organizado agudizado, con sospechas crecientes no sólo sobre el mal desempeño de la fiscalía estatal y el gobierno todo, sino incluso sobre efectivos militares, en especial de la Marina.

En el plano financiero, la administración Yunes logró el apoyo del gobierno federal para renegociar una pequeña parte de la enorme deuda estatal –cuyo monto final sigue siendo un secreto bien guardado-, pero se desconocen los términos de los nuevos empréstitos y en qué medida seguirán hipotecando el futuro inmediato del estado.

Parece existir un efecto de acción-reacción en la gestión de Yunes Linares, pues cada vez que estalla una crisis de inseguridad, como el reciente hallazgo de 11 cuerpos en una camioneta en la zona turística de Boca del Río, en pleno Carnaval, se echa mano de un escándalo político, ya sea el teatral hallazgo de una bodega con pertenencias atribuidas a la esposa de Javier Duarte, o como ahora, la detención del ex gobernador interino Flavino Ríos.

Con el tiempo sabremos si tal estrategia dota de mayor eficacia a la gestión de Yunes, así como el margen de maniobra, el oxígeno y la credibilidad entre los ciudadanos, tanto en la vida cotidiana como en las elecciones de junio próximo y en las del próximo año.

Hasta ahora sin embargo, el ciclo violencia-corrupción-impunidad no parece sino enquistarse cada vez más en este estado.  Y es difícil que pueda ser vencido con actos de propaganda o montajes escénicos como los que estamos presenciando. ([email protected]). 

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Roberto Rock

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue Subdirector Editorial de El Universal y Director Editorial General de El Gráfico y de El Universal.  Actualmente, es vicepresidente de la Comisión Contra la Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).