Nuestros espacios públicos

  • Mujeres Que Saben Latín
Las mujeres tenemos derecho de vivir la ciudad en toda hora y en todo lugar.

Por: Harmida Rubio Gutiérrez

¿Cuáles son los espacios públicos que habitamos las mujeres? ¿La calle, la plaza, el parque, la escuela, el café, el centro comercial o las redes sociales virtuales? ¿dónde nos sentimos libres y seguras y dónde no? ¿cuáles nos pertenecen?

Las respuestas a estas preguntas pueden variar dependiendo de nuestra edad, condición socio económica, lugar de residencia o acceso a la tecnología; pero hay algo que sí nos une: La creciente presencia de nosotras en todos estos espacios, y en consecuencia, una reciente y fuerte resistencia al respecto.

Pareciera que ha llegado una oleada de cobro de “derecho de piso” por habitar estos espacios. Son cada vez más cotidianas las historias de acoso callejero, de hechos violentos como violaciones y robos hacia nosotras en los parques o en lugares públicos, y las múltiples agresiones que se presentan en redes sociales cuando a una de nosotras se le ocurre denunciar el abuso o la violencia.

En la ciudad, los espacios públicos, en su carácter social y político, son aquellos en los que tenemos derecho de opinión y de construcción colectiva, todas y todos los ciudadanos. Los espacios públicos y lo que se hace en ellos, llámense calles, plazas, parques, los pagamos con nuestros impuestos. Sin embargo, la gran mayoría de éstos no están diseñados con perspectiva de género. No atienden a los usos, las necesidades, las percepciones y las apropiaciones que las mujeres tenemos en ellos; de otra forma, nos sentiríamos más libres y tranquilas en estos espacios todo el tiempo.

Puede ser que en algunos casos, pensemos en algunos parques o calles en los que nos hemos sentido felices; pero rara vez esta condición de bienestar se extiende en esos lugares para todas las horas del día.

Las mujeres tenemos derecho de vivir la ciudad en toda hora y en todo lugar, y ese es un derecho que no se ha reconocido; y es tan vital como el de la vivienda o el del acceso a la educación.

Así pues, es necesario que como ciudadanas nos informemos y comencemos a reflexionar sobre nuestras necesidades, deseos y problemas al habitar los espacios públicos, y que exijamos que estas condiciones se cumplan; pero también es responsabilidad de quienes diseñan la ciudad y quienes toman las decisiones para las intervenciones que se hacen en ella, reconocer y entender la perspectiva de las mujeres para aplicarla en la construcción y transformación de los espacios públicos.

Algunas mujeres se han refugiado en los espacios públicos virtuales ya que la ciudad en la que viven les parece cada vez más agresiva. Pero esto debe de cambiar, es tiempo de recuperar la plaza, el paisaje y los lugares que nos son entrañables, sin ponernos en riesgo, pero sin renunciar a ese derecho fundamental.

Nuestra calidad de vida, autoestima y salud, también dependen de un entorno sano y respetuoso; y además, las ciudades necesitan de una perspectiva distinta para reinventarse. Hagamos entonces, el sano y hermoso intercambio entre la voz de las mujeres y la ciudad.