¿La mujer, sin autonomía sobre su cuerpo?

  • Jorge A. González

Hagamos de cuenta que una mujer padece una enfermedad poco investigada científicamente, podríamos decir: Fibromialgia.

Tendríamos que saber que se trata de una enfermedad que su mayor punto crítico es el dolor del cuerpo.

Hablamos de un dolor intolerable que obliga a la persona casi a estar inmóvil o caminar como una persona de 80 años.

Sigamos creyendo que la fémina va con su ginecólogo porque quiere tener bebé, ya lo habló con su esposo, están decididos.

Le practican los estudios necesarios para poder garantizar que está en condiciones de tenerlo.

Y en esta historia ficticia, no rompamos los deseos de esta mujer y de su pareja de cumplir el sueño de tener un hijo.

Todos sus estudios están en orden, ella está en perfectas condiciones físicas para gestar un bebé.

El ginecólogo fue puesto al tanto por su paciente del padecimiento y el tratamiento que lleva con analgésicos potentes para atenuar el dolor.

Hasta donde se sabe científicamente no hay cura alguna pare esta enfermedad, se busca que el dolor sea menor y no obstaculice su vida cotidiana.

Como se trata de una enfermedad nueva para los científicos y por ende desconocida para su manejo de muchos médicos, suelen pasar por alto ciertas advertencias.

Al ver que su paciente está en buenas condiciones, el ginecólogo le da luz verde para que se embarace. 

La paciente está feliz porque su doctor le da confianza y certeza de que en -lo que cabe y según los estudios- está lista para ser madre.

A los pocos meses la mujer se embaraza, resultado que confirma el ginecólogo con un ultrasonido.

Ya en su consultorio le da las indicaciones pertinentes y propias a seguir como una mujer en su condición gestante.

Y una de esas recomendaciones irrebatibles y obligatoria es no tomar medicamento alguno, de ningún  tipo.

A cuatro semanas de estar embarazada y sin su tratamiento para su fibromialgia, la vida de esa mujer se convierte en un infierno.

Le duele todo, las costillas, la parte delantera de las cervicales, parte frontal de los codos; por debajo y detrás de la unión del fémur con la cadera, las articulaciones y las caderas.

Sigamos pensando que ese dolor es 10 veces más que un martillazo en el dedo más pequeño de la mano, y esa mujer no pude tomar nada.

Pasa días sin dormir, el dolor no le permite descansar, no puede estar sentada, acostada, recostada y menos caminar.

Ante esa situación viene el golpe psicológico: ¿Hice bien las cosas? ¿Debí o no embarazarme? ¿Quién es culpable yo o el médico?

Aunque hubiese respuesta para esas preguntas, ella está embarazada y tiene un grave problema que debe resolver.

Entonces platica con su esposo y llegan a la conclusión que no podría ser capaz de aguantar 9 meses con ese dolor tan intenso.

La pareja decide abortar, decisión consensada y privilegiando el bienestar de la mujer.

Hay que dejar claro que aquí no hubo violación, malformación y no está en riesgo la vida de la madre (excepciones), porque la fibromialgia hasta entonces las investigaciones científicas afirman que no es de vida o muerte.

Como vemos estamos ante una particularidad no prevista por la recién aprobada ley, tal como deben existir muchas otras.

La reforma –enviada por el gobernador Duarte- al artículo  4 de la Constitución Política del Estado de Veracruz sólo fue ratificada, porque fue aprobada en el mes de enero.

Ahí el ejecutivo propone: "El estado garantizará el derecho a la vida del ser humano, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, como valor natural que sustenta el ejercicio de los demás derechos”.

Y cabe dejar claro que no se modificó el Código Penal  del Estado de Veracruz porque mantiene las mismas excepciones en el caso del aborto, que ya mencionamos arriba.

Si este caso fuese cierto, la mujer que padece fibromialgia estaría incurriendo en un delito, porque su caso no está considerado dentro de la norma.

Después del aborto la mujer no iría a la cárcel, pero estaría obligada a realizar ciertas acciones aún en contra de su voluntad.

La ley considera  “tratamiento en libertad, que consiste en la aplicación de medidas laborales, educativas, de salud o de cualquier índole; bajo la supervisión de la autoridad ejecutora”.

¿Yo les pregunto amigos lectores? Es justo que una mujer en estas condiciones tenga que aguantarse ese insoportable dolor para no incurrir en un delito.

Es justo que 38 legisladores -entre ellos mujeres- que votaron a favor, decidan por ella, sin ni siquiera preguntarle y conocer su situación. 

Y con todo respeto a todos aquellos que profesan una religión, estos temas no se pueden comprender con la Biblia en la mano y la moral en la otra.

Por qué tendría que estar sujeta una mujer por causas ajenas a su voluntad a una jurisprudencia totalitaria.

Se trata pues de una reforma producto de un cóctel subjetivo y licuado con puños de emoción, fe, moral y buenas costumbres.

Hagamos de cuenta que esta mujer es profesionista, educada y consciente de sus acciones. ¿Por qué se le tendrían que dar sesiones de cómo manejar su vida, su cuerpo y de cómo tomar decisiones?

La discusión del aborto siempre será controversial porque es un tema que se trata desde una perspectiva inquisitorial; que pretende juzgar, castigar y reprender.

Y es un tema que no se trata de escarmientos, es un tema social de cultura, educación y concientización en la mayoría de sus casos.

Las leyes regulan y pretenden reformar las conductas humanas, es el pago por lo que hiciste mal, pero no abona en el problema de fondo.

Claro que existen actos inconscientes, negligentes e irracionales en el tema, pero el sermón no garantiza nada, es como el delincuente que regresa a prisión porque volvió a delinquir.

Y es que el asunto se ha venido desvirtuando de tal manera, que las discusiones se han enfrascado en dos palabras “vida o muerte”; y se ha olvidado y dejado de lado lo verdaderamente importante: los derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo.

A caso estos 38 legisladores veracruzanos les preguntaron a mujeres que se han practicado un abortado por qué razón lo hicieron, qué vivían en ese momento, en qué creían, cómo lo decidieron o qué es lo que quieren hacer de sus vidas.

Claro que no. Fue una decisión a título personal, unilateral. Y lo que no es justo es legislar en base a creencias, prejuicios y buenas voluntades.

Por lo pronto debo recordarles que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dice que el aborto es constitucional.

La razón, porque protege los derechos del no nacido, argumento que echó abajo la propuesta del Ministro Arturo Zaldívar,  de declarar inconstitucional el aborto por violar los derechos humanos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.

La tesis del ministro  -que no está errada- sostiene que la prohibición puede llevar a mujeres en riesgo de la exclusión social, marginación o pobreza a que acudan a centros sin las debidas garantías “arriesgando su salud y hasta su vida”.

Considera que la prohibición del aborto conlleva a “muertes evitables, imposibilidad de volverse a embarazar o daños psicológicos permanentes”.

Y concluye, el Estado debe garantizar un “aborto seguro” en las instituciones de salud pública. Es decir, gratuito.

Sin duda la discusión en la SCJN sienta un importante precedente para darle continuidad al tema. Porque el juicio más importante de Zaldívar y muy válido fue:

“Limitar o regular el ejercicio de la decisión de la mujer a practicarse un aborto afecta ‘prima fasce’ (a primera vista) el derecho a la salud sexual y reproductiva y al derecho al libre desarrollo de la personalidad pues incide en el plan de vida que las mujeres desean realizar”.  

No hay que olvidar el más importante antecedente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 2008 (SCJN Sentencia Acción de Inconstitucionalidad 146/2007) que resolvió que la despenalización del aborto en la Ciudad de México es una medida jurídica idónea para salvaguardar los derechos de las mujeres.

Yadira Hidalgo, directora del Instituto Municipal de las Mujeres de Xalapa, afirmó que buscarán amparo federal contra esta medida. Señaló también que en las otras 19 entidades que modificaron sus constituciones locales para “proteger la vida desde la concepción” no lograron derogar las causales de aborto legal.

En Veracruz, al año se realizan 31 mil abortos, legales e ilegales, de acuerdo Katya Esteva Cruz, integrante de la Red Veracruzana por el Derecho a Decidir.

Baja California, Chiapas, Colina, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas y Yucatán han modificado su constitución protegiendo la vida al momento de su concepción, después de que en el Distrito Federal aprobara el aborto hasta antes de la doceava semana de gestación.

En Chihuahua modificaron su constitución desde 1994, por lo que Veracruz se convierte en la entidad número 19 en proteger la vida, “desde su concepción hasta su muerte natural”. Ahora tocará a los cabildos de los 212 ayuntamientos aprobar o reprobar el tema para que se aplique la ley.

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