“Funcionamos vivos, no muertos”, decía Rubén Espinosa… y lo mataron

  • Mussio Cárdenas Arellano

Sintió su aliento. Sentía el asedio, la mirada que intimida, el roce físico, el pecho que golpea al encarar, el riesgo de un levantón. Lo inundó el miedo, el latigazo que sacude y electriza, el ambiente hostil, amagado y amenazado por el duartismo, por la mano de los esbirros, por los enviados del gobernador. Y de ahí partió al exilio. Y semanas después, Rubén Espinosa Becerril fue asesinado.

Va un año y la justicia no llega. Rubén Espinosa murió violentamente, golpeado, muy golpeado, y acribillado, con el tiro de gracia, en un departamento de la calle Luz Saviñón, en el edificio marcado con el número 1909, colonia Narvarte, el 31 de julio de 2015. Con él, la activista social Nadia Vera, incómodos ambos a Javier Duarte, a su gobierno, a su círculo de poder.

Otras tres mujeres mueren ahí: Milene Virginia Martín, modelo; Yesenia Quiroz Alfaro, maquillista, y Alejandra Negrete Avilés, doméstica. Para ellas tampoco hay justicia.

Un año sin que la pista más clara y firme, la más contundente, la que conduce al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sea seguida, explorada, robustecida por el gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera cómplice, a su cargo la investigación, sin pasar de la hipótesis de un robo de droga a una de las mujeres que se hallaba en el departamento, Mile Martín, de origen colombiano.

Supuestamente, a decir de la Procuraduría del DF, Rubén Espinosa y su amiga Nadia Vera se hallaban en el lugar equivocado, a la hora equivocada. El ataque, según la Procuraduría de Mancera, no era contra ellos. Murieron por casualidad.

No explora la ruta a Veracruz, el asedio que sufría el fotorreportero, colaborador de la revista Proceso, Claroscuro y AVC, la amenaza, los amagos, el hostigamiento de la pandilla duartista, con policías vestidos de matón.

Nadia Vera alertó. Si algo le llegaba a ocurrir el responsable sería Javier Duarte, dijo en entrevista con Rompeviento TV.

Insólito, Rubén Espinosa también le imputaba al gobernador de Veracruz el asedio, la amenaza, la intimidación, vigilado por policías vestidos de civil, sicarios encubiertos, que lo abordaban, lo seguían, lo encaraban, lo provocaban.

Es la voz de Rubén. Acusa, entrevistado por el sitio español Sin Filtros.com, con frases demoledoras —“en México ser fotoperiodista también es la muerte”—, usando el instinto para sobrevivir porque “funcionamos más vivos que muertos”.

Hablaba de fotógrafos que viven de sobornos, de compensaciones, información al gusto de los políticos o empresarios, que laboran en medios que no informan, que no reflejan la realidad, los textoservidores en medios que no publican lo que ocurre en Veracruz.

Hablaba el 14 de julio de 2015, dos semanas antes del asesinato. Su relato camina así:

“Se pueden meter a matarte y nadie va a hacer nada por temor. (En Veracruz) no hay estado de derecho. Ya basta de mártires y héroes. Hay que ser humanos. Hay que entender que hay cosas que no puedes componer de la noche a la mañana. Y funcionamos más vivos que muertos.

“Qué no me pasó en Veracruz. La última, por lo que decidí salirme, fue porque afuera de mi casa, un martes 7 de junio, iba hacia mi trabajo y una persona se quedó mirándome. Me fui a trabajar. Regresé como a las 2 de la tarde. Al momento de salir, como a las 3 de la tarde, había tres tipos. Noté que querían agredirme. Tenían un taxi prendido. Allá se da mucho el secuestro en este tipo de vehículos. No los quise voltear a ver por temor.

“Sólo pude ver a un tipo de azul. Él me ve y me señala con la mirada. Me subí al taxi y avisé a la redacción lo que me había pasado. Caí en la cuenta que era el mismo tipo que yo había visto en la mañana.

“Salí a Rectoría (de la Universidad Veracruzana). Salimos como a las 7 y media de la noche. Cada uno agarró su rumbo a sus casas. Venían dos tipos de frente hacia mí. Sentí su respiración cerca de mí. Sólo moví la cara y no me dejaba de ver.

“Metros más adelante había otros dos. Uno estaba con un teléfono y el otro me estaba viendo. Al momento que yo me estaba acercando le avisa con el codo que venía yo. Me chocaron con el pecho, con el hombro. Yo no hice caso. Seguí mi camino. Me metí a una tienda de artículos para bebé. Ellos no dejaron de mirarme. Cruzaron la calle y se metieron en otra.

“Le hablé a una compañera de Veracruz y anuncié que me salía al siguiente día. Pero no lo hice al otro día por los mismos protocolos de seguridad para evitar que alguien estuviera en la central. Y que algo me pudiera suceder. Salí después”.

Refiere otro evento, directa la intimidación, la sentencia:

“Ya lo habían hecho. Ya me habían amenazado. En el desfile de un 20 de noviembre, llega una estudiante y me dice: oye eres de un medio de comunicación, es que la policía está golpeando a mis compañeros en el hotel, arriba. No me metí. Esperé en la entrada. Vi que la policía los iba sacando; la policía pero también iban civiles, sacando a los estudiantes. Seguí tomando las fotografías. Sí se detuvieron un poco los policías en la agresión cuando me vieron”.

Y alude a lo que hoy es la pista hacia Javier Duarte:

“Al momento de salir del hotel llegó uno, de Ayudantía del Gobierno de Veracruz. Me agarró por el cuello y me dijo que dejara de tomar fotografías si no quería terminar como la compañera Regina Martínez. Me dijo la gente de gobierno”.

Regina Martínez fue asesinada el 28 de abril de 2012, en su casa, en Xalapa, golpeada y estrangulada. Era corresponsal de Proceso en Veracruz, crítica, indoblegable, íntegra.

Retrataba al Veracruz desigual, socialmente avasallado, dominado por la pobreza, su gobierno, su gobernador, el ex, Javier Duarte y Fidel Herrera, trepados en el poder y sumergidos en la corrupción.

Y la amenaza proviene de un elemento de la Ayudantía de Javier Duarte, su escolta.

No dejó Rubén de tomar fotografías. No lo hizo. Al contrario, le subió el tono, lo crítico, la denuncia implícita, irritando al gobernador y a sus 40 ladrones.

Crítico con la lente, su ojo a la caza de la mejor toma, fue igual con la denuncia por los crímenes de periodistas, el clima de miedo generado por el gobierno de Veracruz, la imposibilidad de trabajar, por las agresiones y la represión.

No se metía con el narco. No era fotógrafo de nota policíaca. Captaba al político, la desigualdad social, la injusticia, al indigente y al pobre, al que se ha quedado sin nada.

Marchaba por las calles, protestaba, alzaba la voz, soportaba metralla y volvía a protestar. Con Noé Zavaleta, hoy corresponsal de Proceso, y Norma Trujillo, reportera de La Jornada Veracruz, se les ve en un video en el panteón. Llevan flores a la tumba de Regis. Hablan con pesar, tristísimo el gesto, tristísimo el tono. Quién lo iba a pensar: Rubén Espinosa hoy ya no está.

Va un año y sus amigos, compañeros de batalla, hablan del Rubén desconocido, sus pobrezas, su alegría, el ánimo que no decaía, la intransigencia en el reclamo de justicia para los periodistas caídos, la exigencia de que se garanticen las condiciones para informar y que Veracruz deje de ser el peor escenario para el periodismo crítico.

Recogen el Colectivo Voz Alterna y AVC el testimonio de quienes conocieron, trataron, aprendieron de Rubén Espinosa la tenacidad y el compromiso, el valor de la verdad.

De Rubén Espinosa dice Marcela Turati, reportera de Proceso:

“Queremos que el gobernador saliente se lleve en la conciencia los asesinatos y desapariciones de Rubén, Regina, Goyo, Anabel, Juan, Armando, Moisés, Octavio, Sergio, Miguel, Víctor Manuel, Guillermo, Gabriel, Esteban, Ana Irasema, Yolanda, Misael, Miguel Ángel, Noel, Pedro, Evaristo, Cecilio y Gabriel Manuel.

¿Más evidencia? Javier Duarte está implicado en el crimen de Rubén. Lo reprimieron sus esbirros. Lo amenazó un integrante de la Ayudantía. Le dijo que le bajara o le pasaría lo mismo que a Regina Martínez. Y como a ella, a Rubén le arrancaron la vida.

¿Más evidencia? Fue asediado por policías vestidos de civil, matones o sicarios que llegaban a hostigar, que se apostaban a las puertas de hogar, que lo seguían, que pasaban a centímetros. Por eso decía que llegó a sentir su respiración. Que lo chocaban con el pecho y con el hombro, en plan provocador.

¿Más evidencia? Forzaron su exilio y al DF lo fueron a buscar. Un día un tipo lo identificó en un restaurant. Le dijo que era el periodista que había huido de Veracruz. Su suerte estaba echada.

Días después Rubén Espinosa fue asesinado.

Archivo muerto

Indaga ya la PGR quién y por qué fue falseada la información sobre la red de prestanombres de Javier Duarte. Indaga en la Dirección de Catastro, a Domingo Yorio, a la red de cómplices del gobernador de Veracruz. Ocultaron información a la PGR cuando ya existe evidencia de que los bienes del gordobés y su parentela abundan, su monto es escandaloso y su origen es incierto. Catastro, según información del periódico Reforma, ocultó datos clave, que es tanto como ocultar la realidad, documentadas las mansiones, los departamentos, la fortuna que no procede del trabajo y el esfuerzo. Simultáneamente, la PGR también indaga quién filtra información a Reforma, más para simular que la justicia es pareja que para frenar la embestida que tiene a Javier Duarte camino a la cárcel… Palo a Iván Hillman, removido de Conagua Golfo Centro. Se va el ex alcalde de Coatzacoalcos, señalado por ineficiencia y por transa, sin justificar mil 500 millones de pesos, por irregularidades en los programas Apazu y Prossapys, por el desastre administrativo que caracterizó su gestión, por afectar al personal de base y generar un conflicto laboral, por las obras infladas, asignadas a un pull de contratistas favorito, por propiciar que Veracruz fuera vetado, convertido en “entidad inelegible”, sin derecho a obras de agua, drenaje y alcantarillado, deja la Conagua en el mayor de los escándalos. Tácitamente lo anticipó Manuel Sánchez Giles, asesor de la Comisión de Agua Potable y Saneamiento en la Cámara de diputados, al develar el cochinero ivanista. Se va, presuntamente, a Tabasco. Lo releva Marco Antonio Parra Cota, ex coordinador del Plan Hídrico Integral de Tabasco, acusado de lucrar con las inundaciones al asignar de manera discrecional y para sus amigos infinidad de contratos de obra. O sea, se va uno, Iván El Terrible, bajo sospecha de peculado, y llega otro, Parra Cota, señalado por actos de corrupción… ¿En qué fiesta se perdió July Sheridan? De todos los diputados electos de Morena, la que no salió en la fotografía fue Miriam Judith González Sheridan, futura legisladora por Minatitlán. En la célebre foto estaba el cuasi coordinador de la fracción parlamentaria, Amado Cruz Malpica, las dos diputadas del sur, Eva Cadena y Rocío Pérez, y Daniela Griego, quien arrasara en la elección por Xalapa Urbano, los del centro y los pulirás. ¿Y July Sheridan? No se sabe. Apenas supo que su triunfo fue validado en tribunales, le afloró la soberbia, usó su habitual lenguaje procaz y amenazó con iniciar el festejo. Sabrá si ahí se perdió pero en la foto de la fracción morenista no estuvo… Cero y van tres. Cierra elgolfo.info, el portal de Othón González, vival del fidelismo que de la nada armó una fortuna, tan inexplicable como inmoral. Cierra operaciones como ya lo han hecho Marcha y Radiover, éste de Juan Antonio Nemi Dib, ex secretario de Salud y hoy secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública. Con su portal, Othón González lucró sin freno, obteniendo contratos amañados, denunciados por Fausto Fernández Ponte, una de las glorias del periodismo veracruzano, oriundo de Coatzacoalcos, corresponsal de guerra de Excélsior, corresponsal en Naciones Unidas, fundador de Política, en Xalapa, junto con Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, y autor de Asimetrías, una de las columnas más sólidas y respetadas del periodismo nacional, publicada en El Financiero. Sin tapujos, Fausto Fernández exhibió a Othón González por abusivo y mentecato, por usar su nombre para medrar, por sorprender incautos. Sale de operaciones elgolfo.info cuando el fidelismo se extingue y el duartismo que tantos millones le dio se encamina a su cita con la ley, cuando se aproxima el tiempo de rendir cuentas, cuando la justicia se asoma y cuando muchos de los peones del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán terminarán en prisión… Por la puesta trasera se va Héctor Yunes. Cesa el pataleo. Vuelve al Senado tras el fracaso electoral del 5 de junio, aporreado pese al operativo de fraude, el voto coaccionado, el uso de los programas sociales para que los beneficiarios apuntalaran al PRI. Vuelve con la vergüenza a cuestas, simulando que aún es alguien en el contexto político, hecho trizas pues su partido, el PRI, por sí solo apenas si alcanzó los 600 mil votos, y eso que sus votos son fraudulentos. Regresa al Senado entre el ridículo y la mofa de los veracruzanos, primero esgrimiendo que esto no se acaba hasta que se acaba, sin percatarse que el juego ya había acabado; luego exigiendo que su primo y rival de contienda, Miguel Ángel Yunes Linares, le ofreciera una disculpa por agravios a la familia —lo de los parientes disfrazados de policías del IPAX lo mató, pero es de mi autoría, de nadie más—; exhibido por las conversaciones en que Pancho Colorado, preso en Estados unidos por lavar dinero a Los Zetas, menciona a su hijo que le lleven las “hieleras” y el dinero al senador; recorriendo Veracruz, hablando, entregando obras, en una abierta traición a Pepe Yunes porque en el acuerdo de los ochos años, dijo Héctor, no estaba contemplado el porrazo de la derrota, y finalmente la exigencia de renuncia al gobernador como si esa debacle la hubiera provocado quien siempre dijo que “Javier Duarte es mi jefe político”. Regresa al Senado sin nada, vacías las manos, marcado por el fracaso, sepultado por el ridículo, siendo el primer priista que en Veracruz pierde una gubernatura…

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