¿Hasta cuándo?

  • Eduardo Barrios

Escribir o tomar una fotografía y contar con ello, una historia. Tomar una fotografía y pensar miles de diálogos que la expresión de un rostro puede decir sin hablar. Escribir o tomar una fotografía y (e):

Aspirar a una mejor sociedad.

Pensar que el trabajo vale la pena, porque después de todo, en algo se contribuye a hacer lugares mejores.

Pensar con qué titular quedará bien.

Porque es parte de la orden de trabajo y no queda de otra.

Saber que es necesario decir lo que en las paredes de los que ostentan poder, no quieren que se sepa.

Descubrir mundos ocultos en los otros.

Desesperarse porque lo “idóneo” no es lo que escogió el editor.

Descansar la cámara en la mesa de un bar para platicar con los amigos.

Informar.

Conectarse con la historia.

Reconocer múltiples lugares de la historia.

Volver a comenzar.

En un contexto como el que vive actualmente el país, se requiere sociedades más y mejor informadas y la tarea de los comunicadores se vuelve crucial en la construcción de mensajes periodísticos para la toma de decisiones.

Las libertades de información y de expresión se complementan como derechos para el fortalecimiento de una democracia porque permiten, por un lado, garantizar el derecho a recibir y difundir información, por otro, opinar sobre hechos noticiables sin ser amedrentados bajo ninguna circunstancia por autoridades o particulares. 

Incurren en una grave falta quienes ignoran la relevancia del respeto a la actividad periodística. Al término de la Segunda Guerra Mundial, se tomó mayor conciencia del papel de medios y periodistas en el desarrollo de las sociedades, la enorme capacidad de influencia en los acontecimientos y las responsabilidades de los profesionales.

No es propósito del profesional de la información volverse el hecho noticioso, sin embargo, la complejidad de la realidad mexicana y su sistema político, la violación a múltiples derechos, la apatía por un lado y el temor por otro, alimentan lo primero.

No se necesita valor para ser periodista, no.

Ser periodista no es ser héroe, no, para nada.

Exigir justicia por los periodistas, como por todos aquellos violentados por omisiones del estado, se vuelve una responsabilidad social de cara al ataque sistemático de las libertades.

¿Permitirá la sociedad más autoritarismo del residente de Casa Veracruz?

¿Qué tan libres somos hoy, dentro de las posibilidades de esa palabra?

¿De qué tamaño es nuestro retroceso como sociedad?

¿Cuánto hemos perdido por apatía o miedo?

¿Hasta cuándo?

#UnAñoSinRubén

Rubén y dieciocho más.

Rubén, dieciocho más y 97 comunicadores de 2000 a la fecha en México.

Clave digital

Si lo piensa debe opinarlo, por eso lo invito a dejar sus comentarios en mi cuenta de Twitter @EduardoBarrios_