Hasta el último aliento

  • Jorge A. González

La pertinencia es tan sabia pero tan difícil de consumar, que quien no recurre a ella -en circunstancias extremas- puede caer en un estado de locura.

Algo así le está sucediendo al gobernador del Estado de Veracruz Javier Duarte de Ochoa, ante su conducta bipolar. 

Después del día de la elección los vimos salir ecuánime y festejando la llegada de la alternancia, sosteniendo que  “llegó para quedarse”, y al siguiente día, de manera repentina, amanece con un mensaje a los veracruzanos diciéndose calumniado y presa de ataques infundados.

El ejecutivo estatal calificó a su gobierno como transparente, de resultados, habló de beneficios y logros sin dar montos y detalles de obras.

Y amenazó en su discurso  con estar en el cargo  hasta el último día de su mandato y hasta su “último aliento”.

Quien le haya incluido esa frase en su discurso, de plano “lo da por muerto” al salir del palacio de gobierno.

No sabemos qué le pasó al gobernador. No era su amigo quien le recomendó salir a dar la cara en radio y televisión en medio de esta crisis de credibilidad y repudio hacia su persona por parte de los veracruzanos.

En su decir y en su actuar no hay gota de congruencia, tampoco la hay cuando los resultados de su administración son desastrosos y todavía se atreve anegarlos públicamente.

La prudencia es la mejor recomendación a la que puede acudir Duarte de Ochoa. Aceptar la derrota, llamar a la unidad y darle la bienvenida a la alternancia fue su mejor mensaje.

Pero ese mensaje –que le daba un poquito de sensibilidad- lo sepultó el día que revivió el gobernador intolerante, imprudente, retador e irreverente que lo desviste tal cual es.

El mandatario no puede defender lo indefendible, y resulta poco inteligente erigirse como un gobernante excelso cuando para todos evidente que no hay tal gobernabilidad y sí demasiada corrupción.

Esa actitud da pie para recordarle esta administración los 45 mil mdp que deja el Ejecutivo Estatal como deuda a los veracruzanos.

Los 2 mil mdp que adeuda a la Universidad Veracruzana (UV), institución que está a un paso de la quiebra.

Los miles de millones de pesos que le debe a los empresarios y prestadores de servicios.

La falta de pago de 214 becas que deja sin alimentos a estudiantes.

Los recursos federales que el estado no ha bajado a las arcas municipales.

Más de 90 mil docentes del SNTE podrían irse a paro estatal porque el estado no les ha dado el recurso federal que les corresponde.

Y qué decir de los 35mdp que adeuda la Sefiplan a los institutos tecnológicos de Veracruz.

Tampoco se deben pasar por alto las más de 30 denuncias impuesta por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por la falta justificación de recursos 45 mil mdp.

El sector empresarial se continúa preguntando dónde quedaron los recursos del desaparecido Fideicomiso del 2% a la nómina, ahora del 3%.

Son algunos de los datos por los que creemos que en este cierre de administración, Duarte de Ochoa debe apelar a la mesura, a la cordura y a la unidad.

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