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Nada qué hacer...

¿Qué le puedo decir ante las circunstancias?

Sólo se me ocurre decir: se los dije.

¿Recuerda usted que hace algún tiempo comenté en este mismo espacio que lo único que tenía un control en el estado eran las emociones?

Pues así ha sido y es. Emociones como el miedo, enojo y depresión llevan las riendas de Veracruz.

Hace tiempo que la razón se extravió, que las decisiones se toman con enojo y desesperación.

La red social del Twitter es el escenario de sus pleitos, sus fobias, sus obsesiones, errores, palabras de más, expresiones fuera de lugar y no propias de quién representa a 8 millones de veracruzanos.

Se ha llegado a un punto en que pareciera no haber salida para él, salvo la negociación a cambio de una renuncia por enfermedad.

Javier Duarte no puede más, está a punto de reventar. Debe dinero por todos lados. Le ha denunciado la Universidad Veracruzana y la Auditoría Superior de la Federación. Hay amenazas de denuncia de empresarios y hasta del Poder Judicial.

Las protestas crecen en número e intensidad.

No ha podido justificar el uso de 35 mil millones de pesos. Debe devolver dinero. La deuda pública coloca a Veracruz como el estado más endeudado a nivel nacional. Es el gobernador más criticado en los medios nacionales. Las burlas no cesan. Las criticas tampoco. No hay dinero para nada. Apenas si se paga la nómina y sus viajes de descanso.

Sus diputados federales nada más no han podido hacer nada para salvarle. Su súper secretario no ha podido parar la violencia. Ya vino hasta la ONU a revisar el caso de los cinco jóvenes desaparecidos en Tierra Blanca.

No tiene una buena relación con el gobierno federal ni con sus correligionarios en la entidad. Al menos Pepe Yunes está distante y solo se acercará cuando se lo indiquen sus cuates. Con todo lo que pasa, el PRI está casi hundido.

Ya no hay suficiente dinero para pagar a medios nacionales, no pudo poner a su sucesor, no puede pagar la campaña de Héctor. Tiene una imagen de corrupto. Pasará a la historia como el peor Gobernador de Veracruz. Muchos han dejado de respetar su investidura. En las redes sociales y hasta en el café piden que ya se vaya y hasta cuentan los días.

Al IPE terminó de saquearlo, de desfondarlo. Y va en pos de deslindar a su gobierno de la obligación solidaria de pagar las pensiones. Sabe que no tendrá un peso después de las elecciones.

Las noticias sobre su quehacer y persona son negativas. Esta fuera de sí y reclama por las críticas. Se compra pleitos en el Twitter.

Pareciera que se siente incomprendido, mal querido, abandonado, víctima de la ingratitud. Ríe a carcajadas como para ocultar esa depresión que le lleva a comer en demasía y su cuerpo lo sabe.

Está perdido y con él...Veracruz.

Y también el PRI porque aunque Héctor diga, en un acto desesperado, que lo meterá a la cárcel, de ser necesario por corrupto, es difícil que gane.

El PRI está ligado al desastre del estado y el deslinde de Héctor Yunes llega tarde.

Pareciera que Javier Duarte ya no puede con las emociones y es tan evidente que hasta su esposa refleja en su propia cuenta del Twitter el enojo que les invade.

Su rostro se ha vuelto duro, su mirada ya no sonríe como en aquella foto de campaña, su boca tiene un rictus de amargura, de enojo con la vida. A Veracruz lo aventó por una resbaladilla de desventura.

Ante esta cruel y pesada realidad de Veracruz ya no hay nada qué hacer. Solo esperar a que el PRI nacional tome una decisión y el Presidente también.