Veracruz: los cinco jóvenes y la policía criminal

  • Mussio Cárdenas Arellano

Si no es Gibrán, el cantante, son los pensionados o los maestros, los periodistas o los universitarios. A uno lo matan. A otros los reprimen. A todos los patean. Es el sello policíaco, el de la violencia y el miedo que no suelta a Veracruz.

Hoy son cinco jóvenes, levantados por la Policía Estatal a su paso por Tierra Blanca, a 100 kilómetros del puerto de Veracruz, donde habían pasado sus vacaciones.

José Benítez de la O, Mario Arturo Orozco, Alfredo González Díaz, Bernardo Benítez Arróniz y Susana Tapia Garibo, emprendieron el regreso, el lunes 11, suponiendo que horas después llegarían con bien a Playa Vicente, donde residen.

Se hallaban en una gasolinera, ubicada a un costado de la tienda Chedraui, cuando una patrulla de policía los intervino. Hablaron con ellos. Los subieron a la unidad y no se volvió a saber más.

Empleados de la estación de servicio confirmaron a familiares que la policía se los llevó. Un testigo, residente en Playa Vicente, que los conoce, vio la escena y vía telefónica preguntó a uno de los jóvenes si existía algún problema. Le respondió que no, que era una revisión de rutina.

Pero no fue así. De los cinco jóvenes —la chica es menor de edad— no se volvió a saber. Nunca llegaron a Playa Vicente y en el trayecto se perdió su rastro.

Sus familias, alertadas por su ausencia, emprendieron la búsqueda. Alzaron la voz y agigantaron la denuncia. Transformaron su dolor, la angustia, el llanto,. en el escándalo que envuelve de nuevo a Javier Duarte.

Hablan a los medios. Llevan su voz a la televisión nacional. Refieren cómo fue la desaparición, armando la historia con las piezas que aportan los testimonios de quienes los vieron por última vez, la conversación telefónica en que aseguraban que todo iba bien, que se hallaban en Tierra Blanca.

Horas después, la noche del lunes 11, fue localizado el vehículo en que viajaban en Paso del Toro, municipio de Medellín, conurbada a Veracruz. Nadie explica cómo pudo llegar ahí, a 100 kilómetros de distancia.

De los jóvenes nada se sabe. Se trata de un caso de desaparición forzada, a la vista de todos, con el ingrediente de que fue la Policía Estatal, plenamente identificada, la que se los llevó.

Ninguno de los jóvenes rebasa los 27 años. Susana Tapia cuenta apenas con 16 años de edad.

Sacude el caso a Veracruz y confronta a Javier Duarte, el gobernador, con su terrible realidad, la del Veracruz violento, la de la corrupción policíaca, la del desprecio a la vida de los demás.

No son jóvenes de conflicto. No se meten con nadie. No acumulan problemas ni se les sabe en líos con la ley. Así los describe Bernardo Benítez Herrera, padre de Bernardo Benítez Arróniz, cuando los medios lo abordaron.

Habló en el Mañanero, el programa del payaso Brozo. Y arrancó una reacción del conductor y comediante, severa, conminando Víctor Trujillo a Javier a Duarte a dar la cara, a actuar a la mayor brevedad, mostrar los videos en que se registra el momento de la detención, los policías actuando como los que son: criminales.

Se dimensiona el caso y hay furor en las redes, noticia en los medios de comunicación, condenas al gobierno de Veracruz, atrapado en la constante los ilícitos perpetrados por la autoridad.

Puede más la presión que la tozudez. La noche del miércoles 13 más de 40 policías son concentrados a Xalapa. Entre ellos están los sospechosos del levantón a los jóvenes.

Horas después, ya el jueves 14, el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras aporta información: cuatro policías son los presuntos responsables de la desaparición de los cinco jóvenes y otros cuatro están siendo investigados por omisión del deber legal, pues sabían del levantón y la acción fuera de la ley y lo permitieron y callaron.

“Se acreditó —dice el fiscal— que sí participan y que sí detienen a las personas, que sí ocultan ante la dependencia el reporte de esta detención porque la misma Secretaría (de Seguridad Pública) nos informa que no se dio parte absolutamente de alguna eventualidad, que por protocolo deberían de haber hechos”.

Hay flagrancia, dice, porque la flagrancia subsiste cuando no aparecen las víctimas. Eso permitió detener a los policías.

Lo que no dice “Culín”, alias Luis Ángel Bravo, alias el fiscal, es el móvil del levantón. Y como los policías están en su derecho de no hablar, de no confesar, no hay cómo hacer hacerlos cantar. Ajá.

¿A quién entregaron los policías a los cinco jóvenes? ¿A qué banda criminal los remitieron?

Esa policía anda fuera de norma. Admite la diputada local del PRI, Marcela Aguilera Lanceta, que carece de certificación, que los alcaldes aducen falta de recursos para enviar a su policía a la Academia El Lencero a acreditarse, cumplir con los requisitos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Con certificación o no, la policía duartista es el azote del pueblo. Usados así, descargan su fuerza para reprimir, aplicar toques eléctricos, disolver manifestaciones, acallar a la crítica, amedrentar, hostigar, perseguir.

Bajo el mando de Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública estatal, salvaguardan a la sociedad. Son su reflejo. Al general de cero estrellas se le atribuyen todos los actos de represión contra la población.

Veracruz cuenta con la segunda mejor equipada policía del país. Es la Fuerza Civil, acusada también de levantones, actos de represión y violencia contra la sociedad.

Hoy son los cinco jóvenes, levantados en Tierra Blanca por fuerzas del orden, por elementos de Seguridad Pública, en ciernes el escándalo si los no son hallados con vida o si hubiera un desenlace fatal.

En el Veracruz violento, donde Javier Duarte pregona que no pasa nada, vuelve la violencia contra jóvenes, a manos de la policía estatal, la que pasa o debe pasar por la academia, la que es certificada y logra rango de acreditable.

Atrapado y sin salida, el gordobés enfrenta un caso más de violencia contra la sociedad, en medio de las ejecuciones y los cadáveres embolsados y algunos mutilados, por la borda el optimismo del gobernador que a diario presume que aquí el crimen comienza a ser derrotado.

Hay fotografías de ellos en las redes sociales. Se cuenta su historia. Se exhorta a los “amigos” a difundir las imágenes, a aportar datos, porque cómo confiar en la autoridad que desaparece veracruzanos, que debiendo protegerlos se los lleva, que oculta y encubre.

En las calles también hay quienes volantean. En Xalapa distribuyen las fotos y en los volantes va la historia.

“Lo que queremos es que nos digan dónde están, qué les hicieron. Susana era estudiante del COBAEV, los demás tienen 24, 25 y 27 años, dos son egresados de la universidad, uno estudió aquí en la Universidad de Xalapa. Todos son buenos chamacos, muy trabajadores, uno era egresado de Puebla, uno trabajaba en el campo, el otro chico ya no estudiaba, pero se dedicaba a trabajar aquí y allá y la jovencita es estudiante. Nosotros todos somos de Playa, pero estudiamos aquí”, refiere  el portal Al Calor Político.

Son los estertores del duartismo y la violencia no cesa. Y como al inicio de su gestión, Javier Duarte es rebasado por la criminalidad, por las mafias que cogobiernan Veracruz, que cooptan a la policía y la hacen cómplice.

Esta vez es peor.  Es el Veracruz donde cinco jóvenes desaparecen a manos de la Policía Estatal.

Archivo muerto

No es Pepe, ni el Pato de Tuxpan Silva Ramos, ni Erick Lagos, ni Tomás Ruiz, ni Jorge Carvallo, ni Motita. Es Héctor Yunes el candidato de unidad del PRI, consumado el engaño a Javier Duarte, el fallido “dedo elector” como le había ofrecido Peña Nieto al gobernador, ahora ex único amigo del presidente en Veracruz. Cierra esa parte del show Manlio Fabio Beltrones, líder nacional priista, en la encerrona del PRI nacional, este jueves 14, día que marca el inicio del fin para el duartismo, a menos que Héctor Yunes en vez de aplicarles medicina carcelaria les entregue medio Congreso y las carteras clave de su gabinete, si es que con un milagro le gana la elección a Miguel Ángel Yunes Linares, su primo, el panista. Son únicos los priistas en eso de la teatralidad. Se rasguñan y se escupen, se golpean y se insultan, y luego van a la cita de la unidad, fortalecidos por el cinismo, en sus manos el pacto de la complicidad. Cierran una etapa y este viernes 15 se emitirá la convocatoria, luego vendrá la convención de delegados, y de ahí la precampañas. Todo bien. Sólo que cómo borrar del chip de los veracruzanos que Héctor Yunes es oportunista, que mamó del duartismo y de la fidelidad, que fue su lacayo y brazo ejecutor, que acordó, se sumó, se sumió, se planchó, mientras los suyos se trepaban en el barco pirata para saquear la riqueza de Veracruz. Es Héctor, un duartista y fidelista, beltronista y peñista. Es Héctor, alfil de los dos peores gobiernos que ha tenido Veracruz, tendido a los pies del gobernador en turno, impasible ante la quiebra financiera y el baño de sangre. Es Héctor y eso no salva al PRI… Impuesta, no electa, Namiko Matzumoto Benítez es la nueva presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Maltrecha, sintiendo el repudio en la piel, acres los comentarios, la hicieron trizas los diputados de oposición y uno que otro oficialista trasnochado, Mónica Robles, por ejemplo, que tardíamente pretende endurecer la línea, cuando el sueño de ser alcaldesa de Coatzacoalcos se diluye. De Namiko dijo Cuauhtémoc Pola Estrada, de Movimiento Ciudadano, que en su paso por la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, siendo secretaria ejecutiva y dueña, nunca veló por los derechos de los comunicadores, fue indiferente al asesinato y a las peticiones de ayuda. “Queremos dejar en claro —agregó— que no criticamos las credenciales académicas y estudios obtenidos de Namiko Matzumoto. Al contrario, consideramos que son muy buenas, pero su desempeño como servidora pública en una instancia encargada de velar por los derechos de los periodistas fue malo”. Tuvo el voto de 35 legisladores, los priistas y sus satélites. Y con eso bastó. A la CEDH irá a lo mismo, a decir que no hay crisis de derechos humanos en Veracruz, a emitir recomendaciones a la tropa policíaca, a empleados menores del área judicial, a los que niegan servicios e salud, pero a los que provocan el mal, los Duartes, los Flavinos, los Bermúdez, los “Culines”, a esos los va a solapar porque para eso fue impuesta doña Namiko…

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