“Flores que dicen cosas”

  • Mujeres Que Saben Latín

Por Harmida Rubio Gutiérrez

¿Qué es ser mujer? Fue la pregunta que me hicieron para una encuesta un día que iba yo tranquilamente paseando por el parque Juárez en Xalapa. Me quedé sin palabras. Al principio parecía fácil contestar, pero no lo fue, porque ser mujer es algo tan complejo y tan variante de una cultura a otra, que resultaba muy difícil englobarlo en unas cuantas características.

Entonces la entrevistadora, al ver mi conflicto, cambió la pregunta ¿qué ha sido para ti ser mujer? Seguía siendo difícil, pero ya era más cercana la respuesta. Alcancé a contestarle que ser mujer para mí había sido tener este cuerpo, convivir con él y aprender a quererlo. También entender que mi punto de vista era distinto y a veces no encajaba con el común de mi contexto. No pude contestar más cosas… al final sólo dije, ser mujer es algo que me gusta ser.

“No se nace mujer, llega una a serlo” dijo Simone de Beauvoir refiriéndose a que es algo complejo y en transformación que se construye poco a poco. Pero en el mundo en el que vivimos ser mujer se ha vinculado a ciertas características: ser delicada, dulce, tierna, sensible, maternal, receptiva, como una flor.

Precisamente las flores han sido metáfora de las mujeres en muchas generaciones y culturas. El olor, la textura, la delicadeza de una flor se han trasladado a la imagen de las mujeres. Por consecuencia, el regalar flores a las mujeres en todas las celebraciones es una tradición. Los enamorados regalan flores a sus enamoradas el día de san Valentín, aniversarios o cumpleaños, o también se regalan flores a las mujeres el día de la madre y, algunas veces, el día internacional de la mujer.

Aquí el punto está en lo que se quiere decir con el acto de regalar flores a una mujer. La acción no es negativa ni positiva, lo que puede serlo es el rumbo del mensaje cuando se da en determinado contexto. Aquí expongo tres ejemplos de flores y mujeres en entornos distintos:

Existe una celebración muy bella en Brasil, Uruguay y otros países que tienen raíces afro-americanas, provenientes del candonblé. Es la celebración del 2 de febrero en honor a la diosa Yemanjá, la diosa del mar. La gente ese día se mete al mar y da como ofrenda a la diosa velas, frutas y flores blancas, para tener con su guía espiritual, un año próspero. Aquí la relación de las flores con la mujer es una celebración de vida, esperanza y espiritualidad. El símbolo de la flor se traduce en un reflejo de lo que se quiere recibir a través de la fe en una deidad femenina.

El 23 de abril, día internacional del libro y también día de San Jorge, o Sant Jordi en Cataluña, se da una celebración muy especial: Miles de libros inundan las calles de las ciudades catalanas, y autoras y autores de novela, ensayo, cuento, comic y demás géneros conviven en una inmensa feria con sus lectoras y lectores. El detalle está en que ese día es tradicional que los hombres regalen a las mujeres una rosa con una espiga de trigo (que simboliza la fecundidad) y las mujeres a los hombres, un libro. Es una tradición muy antigua que ha prevalecido hasta el día de hoy, pero que nos hace reflexionar acerca de los distintos tratamientos que aún se siguen dando para hombres y mujeres hablando de temas culturales, del acceso al conocimiento y el arte. ¿Cuántas de nosotras no preferiríamos recibir un libro en vez de una flor? ¿Cuántas creemos que es precisamente un libro el mejor regalo? No critico esta tradición europea que a muchas y muchos emociona, sino más bien, invito a reflexionar sobre su mensaje en la actualidad.

Por último, quiero poner como ejemplo el día 8 de marzo, día Internacional de las Mujeres. Una fecha en la que se conmemora la lucha por el salario digno y el voto de las mujeres a inicios del siglo XX. Una fecha en la que se propone pensar acerca de los logros alcanzados y lo que falta por hacer para acercarnos a una sociedad igualitaria. Sin embargo, en muchos lugares, oficinas, escuelas, actos gubernamentales, se tiende a banalizar este día, se pierde la atención de lo esencial y se felicita a las mujeres por serlo, nada más; y la felicitación va acompañada casi siempre de flores. Aquí, se puede perder de vista el cometido fundamental de este día, por voltear la mirada y convertir este acontecimiento en algo parecido al 14 de febrero o al día de las madres.

Pensando en este texto, hice una pequeña encuesta entre mis amigas y conocidas, para saber si les gustaba que les regalaran flores y por qué. La mayoría contestaron que sí, que las hacía sentir bien, que les gustaban sus colores y olores, que daban al ambiente un tono fresco y tranquilo. Así que pensé que regalar flores a una mujer no es un acto frívolo siempre, sin embargo, definitivamente es un mensaje.

La cuestión no está en que dejen de regalarnos flores, no por eso nuestros derechos van a estar cubiertos, ni vamos a ganar el salario que nos merecemos por nuestra jornada laboral, ni va a desaparecer la violencia o los estereotipos que tanto daño han hecho a todas y todos, sino la cosa es recapacitar sobre lo que nuestra cultura ha asignado al ser mujer y cuáles han sido sus repercusiones.

No nos negamos a recibir flores, pero preferimos que se nos de respeto, un trato digno y el alcance a todas las situaciones y derechos de los que hemos estado privadas. Los regalos, las ofrendas, las celebraciones, son objeto y mensaje, como las flores en el mar, las rosas al lado de los libros, y los ramos de flores el 8 de marzo.

Observemos estos mensajes y tratemos de cambiar nuestro contexto también a través de ellos, escuchemos lo que decimos, con palabras y con actos, hasta que comprendamos en sociedad y de la mejor manera eso tan complejo y fascinante que es ser mujer.