¿Hombres verdaderos? Masculinidades en el siglo XXI

  • Mujeres Que Saben Latín

Por: Estela Casados González

Parece que la pregunta está de más, pero permítanme formularla. ¿Qué significa ser hombres en América Latina? Pretender una respuesta, fue el motivo que reunió a más de 300 personas de 18 países en la ciudad de Santiago, capital de la República de Chile. Dicho encuentro se realizó gracias a la quinta emisión del Coloquio de Estudios de Varones y Masculinidades.

Escribo estas líneas el último día de ese encuentro. A pesar de la amplia discusión, la pregunta se ha quedado en el aire.

La respuesta pareciera obvia: ser hombre es nacer con genitales de hombre y ya está. Macho, masculino, varón. No hay por qué buscarle tres pies al gato.

¿Contestar así sería un acto simplista que evidencia una gran pereza (por decir lo menos)? Porque se tienen genitales masculinos ¿es inevitable agredir a las mujeres? ¿Tener pene y testículos son condición para violentar?

Hombres y mujeres de Canadá, Portugal, Estados Unidos, España, México, Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Perú, Colombia, Uruguay, Argentina, Ecuador, Cuba, Bahamas, El Salvador, Brasil y Chile, intercambiaron respuestas que permitían trascender lo esencialista, poniendo de manifiesto un dinámico proceso de reflexión-acción sobre la condición masculina, que se está llevando a cabo en diferentes puntos de América y la Península Ibérica.

La situación de los latinoamericanos es heterogénea no puede etiquetarse a partir de una sola apreciación. Es por ello que la pregunta que plantee al inicio puede aventurar diferentes respuestas.

Para nuestra sociedad es normal y natural que sean los hombres quienes ejerzan ese tipo de acciones que evidencian privilegio y que aluden a la permisividad social.

La violencia y el poder en el espacio íntimo y público son elementos que lamentablemente aderezan la relación de hombres y mujeres en este mundo.

Son diversos los factores que detonan la violencia masculina. Pasan por el alcohol, los estupefacientes o el simple placer que produce el maltrato hacia las mujeres y niñas.

No necesariamente es a través del golpe y la humillación explícita. Hay formas de violentar que se han actualizado, haciéndose más sutiles y efectivas. En ello, las nuevas tecnologías juegan un papel de primer orden: el control por el celular y vía redes sociales dan cuenta de otras formas de poder y sumisión, que cada vez se van haciendo más comunes.

Parece que hemos llegado a un punto de no retorno. Pero también es verdad que estamos en un momento en que si no apostamos por el cambio en la relación entre hombres y mujeres, seguiremos con los problemas de siempre. ¿Es esto posible?

La revisión crítica del comportamiento masculino es una tarea que algunos activistas y académicos han venido realizando desde hace algunas décadas. Ha sido una revisión lenta y azarosa porque para muchos hombres implica cuestionar lo incuestionable: sus privilegios, el ejercicio de poder y violencia que ejercen sobre otros y otras.

La reflexión, aunque comprometida, no está siendo suficiente.

La concientización a niños y jóvenes es vital para incidir en otro tipo de comportamiento en las nuevas generaciones de hombres. Ese es un hermoso regalo que podemos dejarle a las nuevas generaciones: educación para la igualdad.