Los hijos de su madre

  • Mujeres Que Saben Latín

Paco Contreras /

Con la efervescencia que se celebra el 10 de mayo y el desborde de "amor" y "cariño" a todas la progenitoras, se reafirma la idea de que la figura materna es uno de los iconos más importantes de esta cultura en la que vivimos. Ya Marcela Lagarde con su obra "Los cautiverios de las mujeres" puso sobre la mesa la categoría de "Madresposa" que describe a todas las mujeres como madres y esposas, no importando que hayan procreado o no, que se unan en matrimonio o no. Ser madresposa es algo que aparentemente les corresponde, por el simple hecho de ser mujeres. Y se trata de ser cuidadoras, abnegadas, de escuchar, de atender, de servir a las otras personas, en especial a los hombres.

Muchos casos de estos los he observado, primeramente lo vivido con "Doña Mago", esa mujer que por muchos años trabajó duro para salir adelante al lado de sus hijos e hija. Muestra de lucha, de insistencia y resistencia, pero también de transformación y de revolución ante las exigencias que su condición de mujer le impuso. A lo largo de los años puedo visualizar otros ejemplos de mujeres que dan todo por las otras personas con la idea de que así es el amor que una madre siente por su descendencia.

En este sentido, ¿cuál es la relación que los hombres establecemos con esas mujeres? En definitiva, los hombres en estas relaciones esperamos atención, servicios y el reconocimiento de nuestros aportes y de la autoridad que nos es "conferida" por ser hombres, en todo caso, lo que estamos abordando es que los hombres a partir de nuestras expectativas establecemos una serie de relaciones basadas en las desigualdades de las cuales obtenemos más que las mujeres.

Muy presente tengo el recuerdo a aquella mujer que, después de una charla, compartía que a últimas fechas uno de sus hermanos le había arreglado algunos desperfectos que tenía en su departamento y que cada día que duraron estos trabajos, el hermano llegaba temprano y esperaba a que le proporcionaran el desayuno, sin colaborar en la preparación. Una vez terminados los arreglos, le entregó a su hermana el costo de lo realizado. Al compartirlo, ella reflexionaba en la diferencia en cuanto al valor económico entre las actividades de los hombres y las mujeres y en la "obligación" de cuidar a su hermano.

La relación con la madre es de dependencia en un principio de la vida, pero en la medida que vamos creciendo y adquiriendo los conocimientos y las responsabilidades masculinas, la relación con la madre se transforma y exigimos el reconocimiento de la autoridad que nos corresponde y sólo en aquellos casos en los que estamos convencidos de haber errado, es como se acepta la crítica y castigo por parte de la madre, no garantizando de esta manera la escucha de la opinión materna. En todo caso, le agradecemos toda su paciencia y comprensión, con esto se refuerzan las ideas de idolatría a las madres que hasta llamamos "reinas del hogar".

Al establecer una relación de pareja, nos vamos relacionando con una mujer que cuenta con una historia familiar y personal diferente a la nuestra, en la que debemos reconocer la individualidad, poder compartir ideas, conocimientos y formas que contribuyan a la solución de los conflictos que se nos presenten dado que al conjuntar esas trayectorias podamos formular un nuevo camino que deriva en nuestra relación de pareja, donde el diálogo y la igualdad estén presentes de manera cotidiana.

En muchos casos he escuchado que se responsabiliza a las mujeres "por educar a hombres machistas" y cada vez que escucho esto me pregunto ¿y a los hombres qué nos corresponde? ¿Por qué no involucrarnos en la educación de nuestra descendencia? Efectivamente, como parte de los roles asignados históricamente a las mujeres se les ha dado la tarea de educar, dado que esto se realiza en el espacio doméstico (privado), pero es necesario que los hombres nos involucremos en la educación de las hijas e hijos. Hay que hacerlo desde el reconocimiento de las áreas que hay que cambiar para establecer relaciones basadas en la igualdad; contribuyendo de esta manera en una transformación en las formas de pensar y abriendo nuevas posibilidades a las personas.

Y a todo esto, si en algún momento el “día de la madre” surge como una acción estratégica para exaltar la maternidad y acallar a las mujeres que reflexionaron y exigían el reconocimiento y respeto a sus derechos, es hoy cuando tenemos que prestar atención a las diferentes formas de ser madre. También tenemos que respetar el hecho de que algunas de ellas han decidido renunciar a la maternidad. Sólo les corresponde a ellas decidir sobre su cuerpo. Hay que retomar las ideas de aquellas mujeres que en 1916 impulsaron en aquel Primer Congreso Feminista en Yucatán y transformar la celebración.

Ya es tiempo que los hombres nos involucremos más y reconozcamos que nos toca el acompañamiento cercano, amoroso y activo en cada una de las decisiones tomadas por las mujeres y trabajar fuertemente en comprender nuestra condición masculina y transitar hacia una transformación de nuestras identidades y de las relaciones que establecemos con las mujeres, sean, madres, hijas, sobrinas, nietas, amigas o desconocidas.

En el Programa de Hombres Renunciando a su Violencia de Xalapa, realizamos reflexiones que nos aclaran cómo es que podemos renunciar a las formas violentas para resolver nuestros conflictos y en la importancia de nuestro involucramiento en las relaciones que establecemos. Como cada miércoles, les esperamos a partir de las 18:00 hras. en las instalaciones del Centro de Integración Juvenil de Xalapa que se ubica en la Av. Acueducto s/n esquina Ruiz Cortines en la Colonia Unidad Magisterial.

Por un reconocimiento del derecho a las mujeres a una maternidad elegida y nuestro involucramiento activo.