“Mi esposo iba al mercado, cuando lo levantaron y ya no supe más”: testimonio

Hernán Villareal Cruz / Presencia
Del voceador de periódicos, Gilberto Hernández, sólo se encontró una gorra tirada, cerca del predio donde hallaron al periodista sepultado.
Gilberto Hernández Ramos, uno de los desaparecidos, se dirigía al mercado Miguel Hidalgo a realizar unas compras cuando sujetos armados se lo llevaron, relata su esposa, María Natividad Ramos Ríos.
 
Angustiada por los días transcurridos, María Natividad exige al gobierno del estado y a las autoridades judiciales que si ellos lo tienen o le hicieron algo, que se lo informen, pues no puede dormir de la desesperación.
 
Se encuentra afligida porque teme lo peor, sobre todo cuando encontró indicios de que se lo llevaron presuntos agentes judiciales.
 
Asegura que en el predio donde se encontró al periodista asesinado, Gregorio Jiménez de la Cruz, se localizaron dos gorras y una de éstas era la que traía su esposo, Gilberto Hernández, el día de su desaparición.
 
En su testimonio, señaló que “el día 11 de febrero del presente año, entre las diez y once de la mañana me fue levantado mi esposo Gilberto Hernández Ramos, por elementos de la Agencia Veracruzana de Investigación (AVI), cuando se dirigía a comprar al mercado Miguel Hidalgo, por lo que en la avenida 20 de Noviembre antes de llegar al mercado fue detenido por esta policía y al parecer fue llevado a un rancho donde fue encontrado muerto el periodista Gregorio Jiménez de la Cruz. Esto lo digo porque en los periódicos de la localidad apareció una foto de la gorra que mi esposo traía cuando salió de la casa y esta apareció, como ya lo dije, en el rancho donde encontraron al periodista muerto.
 
“Por lo que pensé que lo iban a poner a disposición de alguna autoridad, pero ya recurrí a todas las agencias del Ministerio Público e incluso presenté denuncia en la agencia local bajo la investigación CHOA/179/2014 y no hay resultado. Ya preguntamos en el penal de Villa Aldama Veracruz y tampoco”, dice la angustiada madre de familia.
 
Lo único que le dijo su esposo, quien se dedicaba a la venta de agua de tepache y periódicos en el parque central y el centro de la ciudad, es que iría a comprar la comida, pero ya no regresó y tampoco su celular volvió a sonar, siempre manda a buzón.